El 4 de diciembre de 1997, Ana Orantes se sentó en un plató de televisión para denunciar públicamente el calvario de vejaciones y palizas al que la sometió su marido durante 40 años. Tan solo 13 días después, su maltratador la quemó viva.
A punto de cumplirse 25 años del asesinato machista que llevaría a aprobar, años después, la primera ley integral contra la violencia de género, su hija Raquel, que la acompañaba en aquella entrevista televisiva, cree que, aunque el crimen de su madre marcó "un antes y un después", el hecho de que desde entonces un millar de mujeres más hayan sido asesinadas en España -1.171 víctimas desde 2003, según la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género- evidencia que "algo sigue fallando".
"No podemos permitir como sociedad que esas mujeres, una vez que se separan con una orden de alejamiento, sean asesinadas", asevera, en una entrevista con la agencia Efe en la que defiende que "los jueces no pueden cargar sobre sus conciencias con más muertes" e insta a los magistrados a aplicar la ley sin dejarse llevar por "cuestiones ideológicas o religiosas".
Su infancia y la de sus hermanos estuvo marcada por la violencia que ejercía su padre contra su madre. De hecho, cuenta, no ha sido hasta hoy, con 46 años, cuando ha empezado "a vivir y a disfrutar". Con la figura de su madre "más viva que nunca", cree que, pese a la ley, el sistema sigue dejando desprotegidas a las víctimas. "Estamos inmersos en una vuelta atrás", advierte, porque aún hay quien niega la violencia hacia la mujer "por el mero hecho de serlo", después de todos los años que ha costado llegar hasta aquí.
Así, sostiene que hay que avanzar mucho más, porque todavía se sigue cuestionando a las mujeres por "aguantar", sin que se tengan en cuenta sus circunstancias, y a los hijos de las víctimas "por no haberlas sacado de ese entorno", algo por lo que, asegura, también han sido cuestionados ella y sus hermanos.
Raquel Orantes se pronuncia también sobre la rebaja de condenas con la ley del 'solo sí es sí': dice sentirse "indignada" y con ganas de echarse "a la calle y volver a gritar". A su juicio, es una cuestión de "interpretación de leyes" y pide "escuchar a las víctimas".
Cree que los jueces deberían hacer justo lo contrario de lo que está ocurriendo: endurecer las penas y procurar su cumplimiento íntegro, incluso aplicar la prisión permanente revisable en los asesinatos a mujeres porque, en su opinión, "los maltratadores y violadores no son insertables", ya que son "asesinos y violadores ideológicos".
Un testimonio que ayudó a otras víctimas
Orantes, no obstante, está convencida de que la "valentía" de su madre al hacer público su caso ha servido con los años para aumentar las denuncias por parte de las víctimas y de su entorno. Además, está segura de que la base de todo es la educación en valores, la igualdad y la libertad.
El caso de Ana Orantes fue el detonante para la reforma del Código Penal en materia de violencia machista y la aprobación, ocho años después, de la primera ley integral contra la violencia de género. La atrocidad de este crimen marcó un antes y un después en España, removiendo la conciencia social y política sobre los malos tratos y allanando el camino para las reformas legislativas, judiciales y asistenciales que vendrían después.
Ana Orantes tenía 60 años cuando su exmarido la asesinó en la vivienda que, por decisión de un juez, compartían a pesar de estar separados. Días antes había denunciado públicamente en la televisión andaluza las palizas y humillaciones a las que la sometió su verdugo durante cuatro décadas, un infierno que comenzó tan solo tres meses después de casarse, a los 19 años, cuando él le propinó la primera paliza. "Creí que me había roto la cara", relató entonces.
Su vida transcurrió aislada de su familia y entre humillaciones, amenazas y palizas, con denuncias que nunca sirvieron para poner fin a las agresiones y vejaciones. "En aquel entonces, la consecuencia de la denuncia era el arresto domiciliario", lo que empeoraba la situación, por lo que acababa retirándolas. Su estremecedor testimonio, que hizo público cuando se divorció, puso el foco en la violencia de género en una época en la que el maltrato solía quedar en la esfera privada y las leyes no prestaban protección a las víctimas.
Hoy, 25 años después, hay calles con su nombre repartidas por España, una Escuela de Formación en Igualdad y otras iniciativas educativas vinculadas a su historia para reivindicar los derechos de la mujer. Su hija cree que, aunque siempre le hicieron creer que "no valía nada", hoy Ana Orantes estaría "orgullosa" de haber ayudado a otras víctimas y "conmovido corazones por igual de hombres y mujeres".
El Objetivo rinde homenaje a Ana Orantes
Precisamente, coincidiendo además con la semana en la que se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, El Objetivo realiza este miércoles una edición especial desde el Ateneo de Madrid, con los hijos de Ana Orantes entre los invitados en el escenario.
El programa recordará a la mujer que se convirtió en símbolo de la lucha contra los asesinatos machistas y Ana Pastor ha viajado a Granada para recorrer algunos de los escenarios más significativos de su vida, junto a sus hijas Raquel y Charo y su amiga Bárbara.
El 016 es el teléfono de atención a las víctimas de violencia machista. Está disponible 24 horas al día los 365 días al año. La llamada es gratuita y no deja huella en la factura, aunque hay que eliminarlo de las últimas llamadas.