Tania tiene 51 años y hace 12 que se hipotecó para comprar el piso en el que vive con su hija de 10 años. Era una empresaria de éxito que pagaba puntualmente hasta que la fibromialgia se cruzó en su camino.
“Pasé 4 años en la cama con un intenso dolor y no puedo trabajar”, cuenta Tania María Silva. Enferma y en paro, se marchó a su Brasil natal en busca de una cura. Pero al volver, su hipoteca acumulaba una deuda de 5.000 euros.
“El banco me decía si no pagas hoy, tu piso se subasta. Malvendí mi piso en Brasil y me vine corriendo para pagar al banco”, cuenta Tania María. Gastó todos sus ahorros para saldar la deuda. Se quedó sin nada para hacer frente a la mensualidad y su trabajo de fotógrafa freelance no llegaba para pagar las cuotas.
“De repente lo pierdo todo y me siento en la nada”, explica desesperada Tania. Su último recurso fue acudir a la PAH y con su apoyo, la entidad accedió a negociar. “Ha pagado mucho y ella considera que si le hacen una quita podría quedarse la propiedad del piso”, explica Carlos Macías, portavoz de PAH.
“No me voy. Es mi piso y es lo único que me ha quedado. He perdido todo y no voy a perder mi piso”, cuenta enfadada Tania. Como Tania muchos afectados ven cómo baja el precio de su vivienda pero no el de su hipoteca. Con el apoyo de la PAH, su objetivo es ahora empezar una nueva vida.
En el 20% de los casos
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