La pequeña Sara, de tan solo cuatro años, murió con restos de piel de su padrastro en las uñas, según determinó el informe de la autopsia. Este, acusado de haberla violado y asesinado, ha declarado en el juicio que era porque a la niña le gustaba rascarle la espalda.

El acusado ha explicado que su relación con la niña era fantástica. "Me rascaba el pelo, la espalda, la cara", ha asegurado, "me decía que me quería mucho". Un argumento con el que podría defenderse de la conclusión de la autopsia de que Sara tenía restos de su piel bajo las uñas.

Aunque asegura que apenas convivió con la niña porque su relación con la madre no era formal. "Nuestra relación nunca se llegó a consolidar, estábamos yendo poco a poco", ha dicho.

Por eso, asegura no saber nada de las lesiones que presentaba la pequeña, ni de los latigazos en la espalda y los ojos amoratados. Asegura que todo ello se produjo los días en que él no estaba en la casa.

La mañana que Sara ingresó en el hospital con fuertes golpes en la cabeza, fue él quien la encontró inconsciente en su habitación. Después acudió a declarar voluntariamente a la comisaría, pero no pudo finalizar su declaración porque la policía le detuvo ante los signos de agresión sexual que presentaba la niña.

Esta mañana también ha comparecido ante el tribunal la madre de Sara, que también fue detenida por su muerte. Asegura que ella nunca vio nada. "Nunca le vi hacer nada", ha asegurado, "si lo hubiese hecho sin duda hubiese cortado la relación y no hubiese entrado en mi casa".

Ha reconocido en algún ocasión el acusado le riñó pero que nunca le puso una mano encima.