La pandemia está desatada en África y el país que peor lo está viviendo está a orillas del Mediterráneo. Los casos y las muertes se han disparado en Túnez. La situación es cada vez más preocupante: no sólo por el avance del virus, sino porque los enfermos de COVID-19 están falleciendo sin atisbo de que mejore la capacidad del sistema sanitario.
Las cifras dan una idea de la dimensión de lo que está pasando en los centros hospitalarios tunecinos. No hay vacunas, y tanto es así que tan sólo un 8% de la población se ha vacunado. No por falta de voluntad del resto de ciudadanos, sino porque no les llegan más dosis.
No sólo eso: los hospitales están saturados. De hecho, más del 90% de las camas UCI están ocupadas en todo Túnez. Y lo que es más desesperante: la falta de oxígeno. Los suministros faltan y la carestía sólo aumenta.
De hecho, el personal sanitario está totalmente exhausto y así se observa en un vídeo que se ha hecho viral y que puede reproducir más arriba. En él, se pueden apreciar las lágrimas de un director de hospital, que está derrumbado tras horas y horas esperando que llegue ese oxígeno, imprescindible para que los pacientes más graves puedan superar el COVID-19.
Desapareció el 10 de marzo de 2007
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