Este año la docencia se ha enfrentado a uno de sus mayores retos. La llegada de la COVID-19 ha puesto a prueba las habilidades educativas y pedagógicas del profesorado de todo el mundo. Ya no solo hay que atender a la progresión estudiantil del alumnado, sino que al trabajo habitual ahora se ha sumado un importante componente psicológico y tecnológico.

Este 5 de octubre los maestros de todo el mundo celebran el Día Mundial de la Docencia bajo una palabra: incertidumbre. Incertidumbre acerca de cómo actuar para no aumentar los contagios. Incertidumbre de no saber si los alumnos podrán seguir el ritmo. Y, también, cada vez más, incertidumbre por su salud mental, que se ha visto agravada por la pandemia.

Más de la mitad de los docentes muestra síntomas de ansiedad provocados por el COVID-19 y el regreso a las aulas. Así lo afirma el 'Informe Educación' de la consultora Affor Prevención Psicosocial, que ha preguntado a unos 400 profesionales de distintas partes del mundo. Es más, si atendemos a las cifras, las consecuencias psicológicas de la pandemia son visibles en prácticamente todos los maestros: 90% del profesorado ha sufrido alteraciones de sueño por la pandemia, un 89,5% nerviosismo, irritabilidad o tensión, y un 42,7% se siente poco feliz y deprimido con su trabajo.

"El sector educativo es tradicionalmente uno de los más expuestos a la ansiedad", afirma Carmen Rodríguez, directora del área de Intervención Psicológica de Affor en un comunicado del pasado 8 de septiembre. La experta apunta que este colectivo ha empeorado considerablemente su situación a raíz del coronavirus: "Este es el sector que más se ha visto afectado desde el inicio de la pandemia. Con el inicio del curso escolar las consejerías de educación y los centros educativos deberían reforzar el seguimiento de los riesgos psicosociales entre los profesores para evitar que su incidencia aumente", critica.

En esta línea, Anabel Fernández, CEO de Affor, habla en el texto de la responsabilidad por parte del Estado de luchar contra las dudas que, aun con las clases empezadas, siguen bombardeando a la docencia: "Hay que prevenir los riesgos psicosociales y posibles situaciones de ansiedad y estrés en un curso marcado por la incertidumbre", señala.

Por su parte, La UNESCO es consciente de la difícil situación que está experimentando este grupo. En el título de su lema de este año por el Día Mundial de la Docencia lo dice todo: "Docentes: liderar en situaciones de crisis, reinventar el futuro". La entidad destaca la relevancia que tienen los profesores en todas las sociedades del mundo, y hace un llamamiento a los cuidados de este colectivo.

"No se exagera si afirmamos que el mundo se encuentra en una encrucijada, y que ahora más que nunca, debemos trabajar con los docentes para proteger el derecho a la educación y guiarlo en el contexto evolutivo que ha provocado la pandemia", escribe la organización perteneciente a las Naciones Unidas.

Algo parecido piensa Anabel Fernández, que se une a las palabras de apoyo al mundo del profesorado, aunque no sin dar un toque de atención a las autoridades: "Es necesario que las administraciones públicas y los centros educativos implanten medidas para que puedan enseñar a los alumnos sin sufrir desgaste psicológico. También que se prevengan los riesgos psicosociales y posibles situaciones de ansiedad y estrés ante regreso a las aulas en un curso marcado por la incertidumbre", concluye.

El Día Mundial de los Docentes se celebra desde el año 1994, pero su origen se remonta a una fecha mucho más anterior: 5 de octubre de 1966. Ese día, la UNESCO y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebraron una conferencia intergubernamental especial sobre el Estado de los docentes. La relevancia de esta reunión estuvo en su foco: por primera vez, se habló de las responsabilidades de los docentes, de sus derechos y, sobre todo, de la gran importancia que tienen para la sociedad. Como dice la UNESCO, hoy esa importancia es más grande que nunca.