Agentes de la Policía Nacional han detenido en Valencia a un hombre de 33 años como presunto autor de tres delitos de estafa que alcanzar un valor superior a los 100.000 euros.
El sospechoso, que usaba personas a modo de testaferros, fue localizado en un zulo habilitado en el chalet que vivía y que había perimetrado con cámaras de seguridad. Tenía también 11 requisitorias judiciales, nueve de ellas de detención y personación y las otras dos para ingreso en prisión.
Las investigaciones se iniciaron tras la denuncia interpuesta por dos empresarios de Valencia que habían pagado 22.233 euros para supuestamente la compra de material de protección frente a la covid-19 en el mes de abril del año pasado y que, tras un año esperando el material, no llegaron a recibirlo, según ha indicado la Policía Nacional en un comunicado.
Con las primeras pesquisas, los agentes localizaron la cuenta en la que las víctimas ingresaban el dinero e identificaron como titular a una mercantil cuya administradora única era una mujer de 39 años, que fue detenida como presunta autora de un delito de estafa y a la que le constaba una reclamación judicial por otro delito de estafa.
Al mismo tiempo, descubrieron que el presunto estafador era un hombre que se había presentado a sus víctimas con una identidad falsa.
La Policía Nacional averiguó que en dicha cuenta se había recibido en un periodo de tiempo inferior al año un total de 258.259 euros, entre las que figuraban tres transferencias realizadas desde una entidad bancaria francesa, por importe de 86.535 euros, que resultó ser otra estafa de finales del año pasado a una empresa francesa por la supuesta compra de teléfono móviles denunciado ante la justicia de dicho país.
Tras las últimas investigaciones llevadas a cabo, los agentes lograron relacionar la cuenta bancaria investigada con el principal sospechoso, al que le constaban 11 reclamaciones judiciales, dos de ellas para ingreso en prisión, y del que se tenían muy pocos datos debido a que usaba personas a modo de testaferros, como la detenida, con el objetivo de buscar cierta protección ante posibles acciones penales.
Finalmente, localizaron al sospechoso en un chalet de una urbanización en una localidad de Valencia y del que no salía, al ser conocedor de que estaba en busca por diferentes juzgados. El exterior del inmueble estaba cercado y contaba con un sofisticado sistema de grabación mediante cámaras de vigilancia.
Por todos estos hechos, a mediados de julio se realizó una entrada por parte de agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES) que, una vez en el interior, comprobaron que también había cámaras de videovigilancia por todas las estancias, pero no localizaron rastro del sospechoso.
Al mismo tiempo, investigadores y un perro del grupo de Guías Caninos especializado en búsqueda de dinero realizaban otro registro. En un momento dado, el can "marcó" un mueble en una de las estancias. La policía guía observó con más detenimiento la estantería y, tras ejercer un poco de fuerza sobre ella, que presentó un poco de holgura, cedió finalmente y dejó al descubierto un pequeño agujero en el tabique a través del cual observó el brazo del sospechoso, que se encontraba escondido junto a un portátil y un móvil con el que vigilaba los movimientos de los policías.
Una vez fuera del "zulo", el sospechoso fue detenido como presunto autor de tres delitos de estafa. En el registro se intervinieron 17.000 euros, una pistola, 38 cartuchos, un uniforme de Guardia Civil, numerosa documentación, tres teléfonos móviles, un portátil, una tablet y cuatro discos duros.
El arrestado, con 29 detenciones por estafa, falsificación de documentos, usurpación de estado civil y apropiación indebida, ha ingresado en prisión.
Otro gasto más
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