Siguen al pie del cañón repartiendo alimentos entre los más necesitados y llenado los carros de solidaridad mucho más aliviados. El ayuntamiento ha parado el inminente desalojo y les cede el local hasta que la Cruz Roja se haga cargo del nuevo banco de alimentos con una hipoteca que no puede pagar. 

Carme Carrera es una de las voluntarias de este banco autogestionado, la asociación de vecinos paró su desahucio y ahora devuelve su gratitud en forma de solidaridad. “Los niños tendrán desayuno para mañana, nos hace sentir bien, que nadie pase hambre”.

Todos han arrimado el hombro, incluso hay fruta fresca. Un vecino ha donado 30 kilos de kiwis. Estos días, en las mesas de este barrio castigado por la crisis, podrán celebrar la navidad gracias al esfuerzo de una asociación de vecinos que nunca no se rinde.