Cada dos horas y media, una persona se suicida en España. Son diez al día. El doble que el número de víctimas mortales por accidentes de tráfico, 11 veces más que la cifra de muertes por homicidios, 80 veces más que la de violencia de género.

Estos son algunos de los datos que han compartido los expertos con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Los profesionales exigen al Ministerio de Sanidad, dirigido por María Luisa Carcero, que impulse el Plan Nacional de Prevención del Suicidio al que se comprometió la socialista cuando llegó al cargo.

Por su parte, los trabajadores del Teléfono de la Esperanza han señalado que la literatura científica especializada relaciona la vulnerabilidad de las personas con determinadas enfermedades mentales, pese a que los datos estadísticos de jóvenes y adolescentes han mostrado que, en la mayor parte de los casos, el deseo de morir surge como respuesta a una crisis vital, sin que haya un trastorno identificado de base.

Además, han insistido en que, en el conjunto de la población, muchas personas pierden las ganas de vivir y el sentido cuando tienen que enfrentarse a una situación de dolor emocional intenso, que se experimenta como intolerable y da la sensación de ser interminable.

Los profesionales han recordado algunas cifras con el fin de mostrar la necesidad y la urgencia de activar un Plan de Prevención del Suicidio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido en que se trata de un problema que afecta a muchísimas personas, ya que, según ha apuntado, se suicidan 800.000 personas al año en el mundo.

Asimismo, han indicado que, por cada uno de ellos, hay muchas más tentativas de suicidio. De hecho, un intento no consumado es el factor individual de riesgo más importante. El suicidio es un problema especialmente grave entre los jóvenes, ya que representa la segunda causa principal de defunción en aquellos de entre 15 y 29 años.

El ahorcamiento, las armas de fuego y la ingestión de plaguicidas son algunos de los métodos más comunes escogidos para quitarse la vida.

El suicidio en España

De acuerdo a datos oficiales del INE, en España se suicidan 10 personas al día, una cada dos horas y media. Esta cifra es el doble que la de las personas que fallecen por accidentes de tráfico, 11 veces más que por homicidios y 80 veces más que por violencia de género. Se trata de una cifra alarmante.

Tres de cada cuatro víctimas son hombres, y el mayor número de los suicidios (40 %) se producen entre los 40 y los 59 años. Aún así, casi 1.000 de ellos se dan entre mayores de 70 años. El riesgo de suicidio aumenta con la edad y la mayor tasa se da en varones de más de 79 años. No obstante, el riesgo en edades tempranas está en aumento.

El ahorcamiento es el método más empleado, y el 52% de los hombres que se quitan la vida recurren a este. Por su parte, las mujeres utilizan como forma más frecuente saltar desde un lugar elevado (40%).

Los expertos calculan que más de 8.000 personas intentan suicidarse cada año y, como consecuencia de ello, sufren secuelas psíquicas y físicas; son una población del alto riesgo. Las mujeres lo intentan tres veces más que los hombres, pero los hombres lo consuman tres veces más que las mujeres.

Las recomendaciones: ¿qué se puede hacer?

Ante estas cifras, los expertos proponen varias medidas tendentes a frenar este grave problema de salud. La primera es la puesta en marcha de un Plan Nacional de Prevención del Suicidio que genere un marco para la creación de planes autonómicos y dotación presupuestaria para su ejecución.

Es necesario que se asuman los compromisos de la OMS: "En el Plan de acción sobre salud mental 2013-2020, los Estados Miembros de la OMS se comprometieron a trabajar para alcanzar la meta mundial de reducir las tasas nacionales de suicidios en un 10 % para 2020" y "de aquí a 2030, reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante su prevención y tratamiento, y promover la salud mental y el bienestar".

Para ello, es fundamental la mejora de la Atención Primaria de Salud para detectar a personas que puedan estar en riesgo. En esta misma línea, debe incrementarse la calidad de los servicios de Salud Mental, en la actualidad colapsados y sin recursos, , e implementar campañas que aminoren el estigma social que acompaña a las enfermedades mentales.

Debe haber un plan de formación para sanitarios, profesionales de la enseñanza, trabajadores sociales, personal de los servicios de emergencia y de los cuerpos de seguridad, así como trabajadores en el ámbito de tercera edad incorporando la prevención del suicidio a los planes curriculares.

Resulta clave, también, solicitar al INE una mejora en los estudios estadísticos, así como exigir un compromiso por parte de los medios de comunicación para ofrecer información que dé visibilidad al problema y a las estrategias preventivas.

Aparte, de manera más específica, debe crearse un plan de actuación en las redes sociales para la detección temprana de riesgo de los más jóvenes.