Durante la búsqueda de Rocío Caíz, su asesino fingía delante de las cámaras, pidiéndole que volviera. En junio de 2021, la familia de la joven de 17 años denunció su desaparición y el acusado se dirigía a los medios de comunicación con estas palabras: "Por favor, encuentren a Rocío. Por favor, vuelve". Se exculpaba de cualquier vinculación con su desaparición, asegurando que "no era un maltratador ni un abusador". Un día después, confesaba el crimen.

Este viernes, durante el juicio, ha contado cómo acabó con la vida de Rocío. Los dos habían mantenido una relación sentimental, pero en el momento del crimen se había terminado. Ese día, ha contado, discutieron y se produjo una pelea. "Ella me empuja y me doy con el pomo de la puerta. Había una cuerda y estaba furioso. Fui hacia ella y me dijo que no era capaz, que nunca había sido capaz de nada. Le puse la cuerda en el cuello. Le dije que se callara. No era mi intención matarla", ha contado, a preguntas de su abogado.

Según la investigación y la autopsia, la joven murió estrangulada. "Intento reanimarla. Me bebo lo que quedaba de una botella de ginebra y empiezo a dar vueltas por la casa. Voy a la cocina y cojo dos cuchillos", ha añadido.

Delante del juez, el acusado también ha admitido que la descuartizó. "No me daba cuenta de lo que hacía. Tiré el cuerpo en varios sitios", ha asegurado. Además ha negado que quisiese huir y ha contado que se entregó a la policía con 1.600 euros encima para tener dinero en la cárcel.

Los dos tenían un hijo en común que en el momento de los hechos tenía solo cuatro meses. La familia de Rocío asegura, además, que la maltrataba. "Existen indicios más que suficientes para que se pueda obtener una condena", ha subrayado la abogada de los padres de la joven. La Fiscalía pide para él 14 años de cárcel y la familia de Rocío, la prisión permanente revisable.