Victoria Abbott-Fleming, de 40 años, se cayó por las escaleras del trabajo y se hizo algún corte y unos moratones. No le dio demasiada importancia a las heridas ya que parecían superficiales. El problema fue que el dolor fue creciendo, y sin saber cómo su pierna fue deteriorándose a pasos agigantados.

Al principio sólo tenía unos cortes y moratones, pero a medida que pasaban los días la pierna se le hinchaba más y el color fue cambiando. Al principio tampoco era muy grave, pero ella sentía un dolor espantoso, que incluso llegó a describir como "si le estuvieran vertiendo aceite hirviendo las 24 horas del día".

Es por esto que fue de médico en médico, para ver qué le pasaba. Ninguno lograba darle una solución, incluso pensaron que podía ser algo psicológico porque la pierna, a pesar de tener algunas heridas, no tenía grandes daños. Por fin uno de ellos logró diagnosticarla con un síndrome de dolor regional complejo (SDRC), una afección que termina siendo más grave de lo esperado.

A pesar de los medicamentos el dolor nunca paró. Victoria tuvo incluso que dejar su trabajo. Cualquier pequeña cosa que rozara su pierna era un mundo para ella. Incluso el agua de la ducha al caer le hacía daño. Además la pierna comenzó a deteriorarse a una velocidad vertiginosa.

La pierna comenzó a mostrar ulceras abiertas, se le hinchó de una manera monumental, y trozos de piel se le caían. Con todo ello también llegó un olor "horrible", según recuerda la propia Victoria. "La gente podía olerme antes de verme. Era carne podrida. Quería suicidarme".

Llegó un día en que Victoria se despertó y observó que su pierna estaba llena de gusanos vivos, según informa el Wales Online. "Entré en el salón y vi algo en mi pierna que se estaba moviendo", asegura Victoria.

La mujer ha contado la desagradable experiencia que tuvo que vivir sola: "Cuando vi lo que era me desmayé. La única forma para deshacerme de ellos era con desinfectante. Fue tan doloroso que sentía como si me estuviera bañando en ácido".

Desde ese momento pensó que la situación era insostenible. Así que tomó la decisión de amputarse la pierna. Como la extraña enfermedad también se le iba a extender a la otra pierna también decidió amputársela y no tener estos problemas. A pesar de ello, Victoria sigue experimentando dolores en los muñones de sus piernas.

Victoria Abbott-Fleming ahora tiene una organización benéfica para investigar esta extraña condición. Incluso ha impulsado una iniciativa en el Parlamento británico para investigar más sobre esta condición.