El pasado 8 de diciembre, seis contentores cayeron en aguas portuguesas junto a Viana do Castelo. Uno de ellos, con más de 26 toneladas de pellets de plástico . El 13 de diciembre, esos residuos, aún en sus sacos, empiezan a llegar a las costas gallegas.

El 112 y algunos vecinos mandaron un aviso a las autoridades gallegas y un día después, el Ministerio de Transición Ecológica envía un informe a los Ayuntamientos y a Demarcación de Costas de la Xunta advirtiendo del vertido y de que vigilen sus costas. José Luis Oijo, alcalde de Porto do Sonaseguró en 'Al Rojo Vivo' que el 20 de diciembre recibieron una llamada de la Xunta para avisarles de la llegada de "bolsas de plástico a nuestras playas".

A pesar de todo esto, cuando se pregunta al presidente en funciones de la Xunta, Alfonso Rueda, por qué no actuaron antes, su respuesta es que "la primera comunicación oficial" que reciben del Gobierno Central "fue el 3 de enero".

No ha sido la única afirmación cuestionada o que ha contradicho a la propia Xunta, desde que empezó la crisis de los pellets. Una de las últimas tiene que ver sobre si hay que recoger o no los pellets del mar, para "impedir que ese residuo llegue a las costas". Rueda dice que sí, y apunta al Ejecutivo, puesto que es su competencia. Sin embargo, según una carta de su conselleiro do Mar, enviada el pasado 4 de enero a los Ayuntamientos, dice todo lo contrario. "Debido a sus características, no resulta posible la retirada de este residuo en el mar", dice textualmente.

Otra de las máximas de Rueda ha sido achacar al Gobierno el no haber actuado a tiempo. El, como ha dicho hoy su conselleira de Medio Ambiente, "llevar un mes y dos días sin actuar". A pesar de las múltiples insistencias, olvidaron que tiene que ser la Xunta la que eleve el nivel de alerta al 2, para poder coordinarse con los servicios nacionales, como ha hecho por ejemplo, Asturias, nada más ver los primeros pellets en sus costas. En este caso, Rueda sí que rectificó, lanzando la petición, según él, a última hora del día de ayer.

Por último, la última polémica en torno al presidente en funciones de la Xunta de Galicia tiene que ver con sus informes acerca de la toxicidad del residuo. Desde el minuto uno, contrarios al resto de informes de expertos, aseguraron que sus análisis apuntaban a la no toxicidad y no peligrosidad del material. Rueda llegó incluso a decir que se utilizaba para "uso alimentario". Sin embargo, incluso el último informe que ha pedido el organismo gallego a un laboratorio privado, adelanta que, a pesar de no ser peligroso, recomiendan el uso de guantas y gafas, para su manipulación.