El año político del presidente

2025, el año en el que los frentes judiciales y la relación con los socios probaron el 'Manual de resistencia' de Sánchez

Entre líneas Si Sánchez ya había dado muestras evidentes de su persistencia, el 2025 ha sido quizás el año que ha testado más exigentemente la eficacia de su 'Manual de resistencia'.

Pedro Sánchez y María Jesús Montero en una foto de archivoPedro Sánchez y María Jesús Montero en una foto de archivoEuropa Press

"La resistencia siempre es buena". Pedro Sánchez ha hecho honor este año a esa frase que pronunció en uno de los momentos más difíciles de su etapa como presidente de Gobierno, cuando tuvo que afrontar el 'shock' que supuso para su Ejecutivo y para el PSOE la situación provocada por uno de sus hombres de confianza, Santos Cerdán.

Acusado de formar parte de una trama de adjudicación de obra pública a cambio de comisiones, Cerdán, que pasó casi cinco meses en prisión preventiva, fue su segundo secretario de Organización al que tuvo que cesar abruptamente de esa responsabilidad Sánchez, aunque con el corazón "tocado", como él mismo confesó, respondió a la catarata de peticiones de dimisión y adelanto electoral, provenientes principalmente del PP y Vox, garantizando que se tomarían medidas para evitar que se repitan estos hechos, pero dejando claro que no iba a dar ni un paso atrás.

Es lo que ha repetido en los últimos doce meses ante otras situaciones que también han enturbiado el panorama político, como las que han seguido teniendo como protagonistas a José Luis Ábalos y al que fuera su asesor Koldo García, ambos actualmente en prisión; los casos de acoso sexual en el PSOE que le han hecho reconocer falta de diligencia en su tramitación; o los avatares de la "fontanera" Leire Díez. También la condena que inhabilitó al fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz, el procesamiento de su hermano David o la continuación de las investigaciones judiciales a su esposa, Begoña Gómez.

Mantener el rumbo

Más allá del ámbito judicial, tampoco han hecho mella en su determinación de que la legislatura continúe la constatación de que hoy por hoy es imposible que vean la luz unos nuevos presupuestos, ni la decisión de Junts de dar por roto su acuerdo con el PSOE.

Sánchez ha seguido escribiendo capítulos para una reedición de su 'Manual de Resistencia' que pide a gritos una actualización, pero advirtiendo de que no aguanta por aguantar, sino para avanzar, convencido de que su Gobierno le sienta bien al país, como cree que demuestran los datos de crecimiento económico y creación de empleo de los que saca pecho dentro y fuera de España.

Por eso, en su balance de fin de año, llegó a advertir del error histórico que se cometería si se deja el Gobierno en manos de las formaciones de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, que da por hecho que harían retroceder derechos y atacarían al estado del bienestar.

La nave socialista ha vivido este año momentos de mala mar, como admitió Sánchez, pero es en esas circunstancias cuando cree que él, como capitán del barco, no debe abandonarlo, sino mantener el rumbo para llegar a puerto.

Ese puerto lo fija de momento en 2027, y afirma estar seguro de culminar esa travesía porque no ve a Junts ni al PNV embarcándose en otra que, con moción de censura por medio, les obligaría a retratarse no sólo junto al PP, sino con Vox. Pero es que, además, está dispuesto a seguir "sudando la camiseta", a continuar haciendo guiños a ambas formaciones, así como a ERC, como ha demostrado en las últimas semanas aprobando una serie de medidas para dar cumplimiento a acuerdos pendientes con ambas.

Choque entre socios

Incluso mantiene la esperanza de que el hecho de que Carles Puigdemont pudiera beneficiarse de la amnistía, recomponga la relación con su formación, con voces en el Gobierno que llegan a apuntar que esa circunstancia permitiría hasta soñar con aprobar unas nuevas cuentas del Estado.

Con o sin ellas, el presidente del Gobierno, en medio del ambiente de crispación que se ha instalado en la vida política, presume de estabilidad pese a que la actividad legislativa se haya visto condicionada este año por la falta de apoyos para aprobar iniciativas, y pese a los roces que se han evidenciado con su socio de coalición, Sumar.

Ha sido a final del año cuando la formación minoritaria de la coalición ha querido dar un toque de atención reclamando una amplia remodelación del Gobierno y medidas profundas ante los casos de corrupción y acoso sexual.

Peticiones a las que Sánchez ha hecho caso omiso y en las que Sumar ha vuelto a insistir tras el resultado de las elecciones extremeñas, en el que la formación de Yolanda Díaz interpreta que ha tenido mucho que ver la inmovilidad del Gobierno y la "bunkerización" de su presidente.

Ha sido el momento más tenso de la legislatura en la relación entre los aliados, llegando a recordar los que se vivieron cuando fue Podemos el socio de los socialistas en el primer Gobierno de coalición de la democracia.

Lara Hernández, al frente del partido Movimiento Sumar, ha atacado directamente tras esos comicios la línea de flotación de la filosofía sanchista. "Resistir es una renuncia", advirtió.

"A prueba de bombas"

Pero esa resistencia se reitera desde el Gobierno que no es el fin, sino que es la que permite seguir aplicando una hoja de ruta progresista frente a la que sólo ve una alternativa PP-Vox de involución.

Si en 2025, año en el que se cruzó el teórico ecuador de la legislatura, la única cita electoral fue la de Extremadura, en los próximos meses se concatenarán otros comicios en Aragón, Castilla y León y Andalucía que servirán para seguir midiendo expectativas.

Pero pase lo que pase en ellos, Sánchez insiste en que agotará mandato, e incluso piensa en ir más allá y completar al menos una década, porque ha llegado a afirmar que su Gobierno está hecho "a prueba de bombas".

Esa capacidad de aguante es la que seguirá teniendo la oportunidad de demostrar. Y, pese a las dificultades, en Moncloa se aferran a las palabras del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, cuando el mes pasado, ante la sucesión de noticias que hacen dudar de que Sánchez pueda cumplir su objetivo, afirmó: "Siempre que llueve, escampa".

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