Escalada de tensión en la frontera entre Kosovo y Serbia. El pasado mes de junio, el Gobierno kosovar anunció una norma que obligaría a todo el que quisiera cruzar la linde desde territorio serbio a presentar una identificación personal emitida por las autoridades de Kosovo, sustituyendo así los documentos emitidos por Serbia. La razón, el no reconocimiento por parte del Gobierno serbio de la documentación emitida por Kosovo. Esta norma entraba en vigor este lunes 1 de agosto, pero el primer ministro Kosovar, Albin Kurti, ha decidido posponer esta normativa al menos un mes, hasta el 1 de septiembre de 2022.

En la víspera, serbios del norte de Kosovo habían cortado dos pasos fronterizos en respuesta a esta nueva normativa. Además de la cuestión de la identificación, esta nueva ley impone como obligatorias las matrículas oficiales de la República de Kosovo, en sustitución de las utilizadas por los organismos serbo-kosovares, las que se usan en la región desde que acabó la Guerra de Kosovo que, en 1999, acabó con la separación efectiva de ambas regiones. Ahora bien, para comprender todo lo que está ocurriendo en esta zona de los Balcanes hay que retroceder en el tiempo.

Qué pasa entre Serbia y Kosovo

Desde 1974 y hasta 1990, Kosovo era una región de Serbia, pero con cierta autonomía: la Provincia Autónoma Socialista de Kosovo. No obstante, el presidente serbio Slobodan Milošević, en medio de una escalada del nacionalismo serbio, revocó la autonomía de la provincia en 1989: Milošević había estado siempre en contra de que los musulmanes albaneses tuvieran el control demográfico de una zona considerada sagrada para los serbios —Kosovo había sido sede de la Iglesia Ortodoxa serbia—. En este contexto, el líder de la etnia albanesa en la provincia kosovar, Ibrahim Rugova, comenzó una protesta no violenta contra esta decisión; junto a varios escritores y profesores de universidad, fundó la Liga Democrática de Kosovo, en defensa de los derechos de la mayoría albanesa.

En el proceso de disolución de Yugoslavia, Kosovo declaró su independencia de Yugoslavia en septiembre de 1991; aprobada de manera casi unánime por la población albanesa, el Gobierno de Kosovo, con Rugova a la cabeza, no fue reconocido internacionalmente. Si bien el foco no estaba centrado en la situación en Kosovo, los siguientes años la región vivió una serie de medidas de represión lideradas por Serbia —prohibiciones culturales, despidos masivos...—, provocando la creación del Ejército de Liberación de Kosovo, con el fin de defender los derechos y autonomía de los albaneses. Mientras los ataques por parte del ELK aumentaban, las autoridades serbias y las fuerzas armadas yugoslavas trataban de recuperar el control de la región.

Crisis en la frontera entre Kosovo y Serbia

No fue hasta 1999 cuando la crisis en la región atrajo la atención internacional, y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) lanzó entonces una ofensiva contra el Gobierno yugoslavo para tratar de frenar el programa de limpieza étnica promovido por la Yugoslavia de Milošević. Mientras, miles de albaneses se vieron obligados a abandonar Kosovo y a refugiarse en países próximos como Albania, Macedonia o Montenegro.

Tras casi tres meses de bombardeos, en junio de 1999 Yugoslavia y la OTAN firmaron un acuerdo de paz que establecía la retirada de tropas y el regreso de casi un millón de albaneses desplazados: la mayor parte de la población serbia abandonó la región, la ONU desplegó las fuerzas de mantenimiento de paz en Kosovo y la provincia, unilateralmente independiente, pasó a estar bajo administración de Naciones Unidas.

Kosovo declaró su independencia de Serbia en febrero de 2008

La región bajo el paraguas administrativo de la ONU no vivió tampoco en paz: la tensión entre albaneses y serbios dentro de Kosovo se mantuvo en el tiempo y con Yugoslavia desintegrada ya, en febrero de 2008 Kosovo declaró su independencia de Serbia. Como era de esperar, Serbia no reconoció esta independencia, como tampoco lo hicieron otros países, si bien Estados Unidos y otros muchos países de la Unión Europea y del resto del mundo sí lo hicieron.

Documentos y matrículas entre Kosovo y Serbia

Aun con acuerdo de paz, el conflicto ha permanecido latente (y también activo) en los últimos años. La última crisis estalló en septiembre de 2021, cuando Kosovo ordenó a todos los conductores que entraran desde Serbia a territorio kosovar que lo hicieran con matrículas provisionales válidas durante 60 días, la misma medida que Serbia aprobó en la dirección contraria en 2008. Con esta nueva normativa, las matrículas de coches emitidas por Serbia para ciudades kosovares de mayoría de población serbia tendrán que ser sustituidas por las oficiales de Kosovo.

Hasta la fecha, Kosovo ha considerado ilegales las matrículas con las iniciales de las ciudades de Kosovska Mitrovica (KM), Pristina (PR) o Urosevac (UR), pero ha tolerado su uso en los cuatro municipios de mayoría Serbia. Ahora las matrículas tendrán que llevar el acrónimo de la República de Kosovo (RKS). El plazo para el cambio termina el 30 de septiembre.

En esta coyuntura, la KFOR ha asegurado estar preparada para intervenir en el caso de que se ponga en riesgo la estabilidad en el norte de Kosovo, y ha recordado que la OTAN "vigila de cerca" la situación, de acuerdo con la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU de 1999.

Qué es la KFOR

La KFOR es la Kosovo Force, una fuerza militar liderada por la OTAN que entró en Kosovo en 1999, dos días después de que la ONU quedara como administradora provisional de Kosovo tras la guerra. Inicialmente compuesta por unas 50.000 personas, en 2002 la fuerza militar se redujo a unos 39.000 soldados; la 'tranquilidad' en la región ayudó a que esta fuerza volviera a ser reducida, una vez más, a 26.000 efectivos en 2003. Según los datos de la OTAN, en la actualidad la KFOR cuenta con entre 3.500 y 4.000 efectivos.

La postura de España sobre Kosovo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con su homólogo serbio, Aleksandr Vučić

Un total de cinco países de la Unión Europea no reconocen la declaración unilateral de independencia de Kosovo de 2008. La UE, no obstante, ejerce de mediadora en las negociaciones entre Belgrado (Serbia) y Pristina (Kosovo), de las que dependería la normalización generalizada de relaciones y la posibilidad de adhesión de ambos países al bloque comunitario. España es uno de esos países que no reconocen la independencia de Kosovo.

En una rueda de prensa reciente, a raíz de las nuevas tensiones entre Kosovo y Serbia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha referido a las "diferencias" que pueden tener "los buenos amigos" de Albania; sin embargo, ha remarcado que España considera que "una declaración unilateral de independencia como se dio (...) viola el derecho internacional". "Por tanto, no podemos estar de acuerdo con ese reconocimiento de Kosovo. Es la opinión legítima de España y lo decimos con todo el respeto al pueblo albanés".