La junta directiva del Distrito de Carretera y Transporte del Puente Golden Gate, la autoridad a cargo de la gestión de la infraestructura, ha aprobado por unanimidad la construcción de una red bajo el puente para desalentar a quienes quieran saltar desde él y, en caso de que lo hagan, impedir que caigan al agua.

Tras muchos años de debate en los que los defensores del proyecto han debido lidiar con la oposición de quienes consideran que la red afeará uno de los principales reclamos turísticos de San Francisco y que no evitará que quienes quieran suicidarse lo hagan desde parajes aledaños, la instalación de la red fue aprobada.

Su construcción costará 76 millones de dólares, que saldrán de agencias de transporte tanto locales como federales, y de una partida de 7 millones de dólares que aportará el fondo para la Ley de Servicios de Salud Mental de California.

El año pasado, 46 personas murieron al arrojarse desde el icónico puente de San Francisco, una cifra que se eleva a más de 1.600 si se tienen en cuenta a todas las personas que se han suicidado al saltar desde esta infraestructura desde que fue inaugurada en 1937.

El Golden Gate, construido con acero, mide 2.737 metros de longitud (1.970 metros en la parte colgante), por lo que la instalación de la red es una operación altamente costosa y complicada que no se prevé que esté totalmente terminada hasta 2018.

"Allí donde se han construido barreras de suicidio se ha probado que son 100 % efectivas. La gente ha dejado de saltar desde esos lugares", indicó el director general del Distrito de Carretera y Transporte del Puente Golden Gate, Denis Mulligan.

El puente Golden Gate de San Francisco es el mayor punto negro en cuanto a suicidios de Estados Unidos, y el segundo a nivel mundial, sólo por detrás del puente de Nankín sobre el río Yangtsé en China.