Una vez superada la campaña electoral de las presidenciales, el presidente, Barack Obama, deberá volver a la realidad de una Cámara de Representantes con mayoría republicana y con capacidad real para cuestionar su acción de gobierno. El primer gran objetivo de republicanos y demócratas es lograr un acuerdo para la prórroga de las deducciones fiscales aprobadas por George W. Bush.

Barack Obama ha obtenido los cuatro años más que pedía para poder cumplir desde la Casa Blanca su promesa de reconstruir los fundamentos de la economía de Estados Unidos y el bienestar de su clase media.

No obstante, Estados Unidos se enfrenta a una auténtica hecatombe presupuestaria, el llamado "abismo fiscal", si antes de finales de año demócratas y republicanos no se ponen de acuerdo sobre un plan equilibrado para la reducción del déficit público. En ausencia de un acuerdo, entrarán en vigor una serie de recortes automáticos del gasto que coincidirán con la extinción de las reducciones impositivas adoptadas en los años de George W. Bush. 

El efecto combinado de esas dos medidas puede precipitar a la primera economía del mundo en una nueva recesión, según advierten todos los observadores y organismos internacionales. 

"Vuelvo a la Casa Blanca más decidido y determinado", dijo Obama a la multitud que lo ovacionó en Chicago durante su discurso de la victoria, en el que desgranó sus prioridades para el segundo mandato: la reducción del déficit, el avance tecnológico, la educación, la reforma migratoria, y la presencia en la escena mundial. 

Sin embargo, el riesgo de que persista el bloqueo político en Washington es tan grande o más que antes. Los estadounidenses han respaldado al presidente otorgándole un segundo mandato, pero no han colocado a su partido en posición de controlar el Congreso, con el que ha estado en disputa casi permanente durante la segunda mitad de legislatura. 

Después de una campaña electoral de las más duras que se recuerdan en Estados Unidos, el clima no va a ser nada propicio para el bipartidismo. Según todas las proyecciones, el Congreso seguirá dividido, con la Cámara baja dominada por los republicanos y el Senado por los demócratas. 

En su breve discurso de aceptación de la derrota, Romney se declaró "preocupado por Estados Unidos", porque "la nación se encuentra en un punto crítico".