Maduro irrumpió en el Palacio de Miraflores en 2013 por expreso deseo de Hugo Chávez, que en sus últimos meses de vida le designó como heredero político para evitar lo que anticipaba como una lucha intestina para ocupar su silla. Entonces nadie cuestionó al nuevo presidente, que decía tener línea directa con el Comandante ("se me apareció en forma de pajarito").
Tras apenas un mes de interinidad, legitimó el cargo por la mínima. Maduro se impuso exactamente por 141.358 votos a un Henrique Capriles que, en los comicios de ese 14 de abril de 2013, vio esfumarse la mejor oportunidad que había tenido la oposición venezolana en 14 de años para desahuciar al 'chavismo'. Ahí comenzaron las sospechas de fraude. "¿Quién puede creer que Maduro haya sacado más votos que Chávez?", cuestionó el líder opositor.
El lustro de Maduro ha estado marcado desde sus inicios por el estallido de una crisis económica cultivada durante la era Chávez. El 'Gigante' desmontó el tejido productivo haciendo a Venezuela netamente dependiente de las importaciones, que podía pagar gracias a las exportaciones petroleras, principal y casi única fuente de ingresos del país.
La caída internacional del precio del crudo hundió también la hacienda venezolana. Se quedó sin dinero para seguir comprando fuera lo que ya no se producía dentro y para mantener los amplios subsidios sociales ideados por Chávez. Los supermercados se vaciaron de productos de primera necesidad y el salario era incapaz de cubrir una inflación disparada.
Por primera vez, la base social del 'chavismo' estaba amenazada. La Mesa de Unidad Democrática (MUD), coalición opositora, supo aprovechar el momento y en 2014 lanzó las mayores protestas contra el Gobierno. Miles se echaron a las calles y fueron duramente reprimidos. El saldo: 43 muertos y cientos de detenidos, incluida la nueva promesa de la MUD, Leopoldo López.
La agonía de los venezolanos se plasmó en el triunfo opositor en las elecciones parlamentarias de 2015. La MUD se hizo con el control de la Asamblea Nacional con una 'súper mayoría' que le daba el poder necesario para purgar las instituciones. Maduro contraatacó con una ofensiva judicial que fue anulando una a una todas las iniciativas del nuevo Congreso.
Acorralada, la MUD lanzó un órdago. En 2016, propuso una consulta popular para que los venezolanos decidieran sobre la continuidad de Maduro en el cargo. El Consejo Nacional Electoral (CNE) neutralizó el referéndum revocatorio garantizando así que el presidente agotaría su mandato. La respuesta fue una segunda revuelta en el año siguiente que dejó más muertos y detenidos.
Maduro dio 'jaque mate' convocando elecciones a una Asamblea Constituyente. La MUD no participó esgrimiendo que era un proceso "ilegal" porque el presidente se había saltado el paso del referéndum instaurado por Chávez. El CNE dio luz verde a los comicios y sus resultados, aunque la empresa que gestiona el sistema electoral denunció un fraude de un millón de votos. Nacía un órgano cien por cien 'chavista' que ha acaparado todos los poderes, salvo el Ejecutivo.
La inercia económica y política ha provocado un éxodo venezolano hacia los países fronterizos. Solo a Colombia han llegado más de un millón de personas entre las que, según la ONU, hay inmigrantes y refugiados, todos con enormes necesidades por la falta de comida y medicamentos. Una crisis humanitaria que Maduro ha negado. "Los esperamos de regreso con los brazos abiertos, vengan", ha instado.