Turquía y Siria han sido víctima del terremoto más devastador del último siglo en Oriente Medio. El seísmo de magnitud 7,8 que ha azotado este lunes el centro y sur de Turquia y el norte de Siria ha liberado una energía similar a la explosión de 1,2 millones de toneladas de trinitrotolueno y su onda expansiva se ha esparcido por diferentes puntos de Europa, alcanzando incluso los sismógrafos españoles.

El seísmo se producía a casi 18 kilómetros de profundidad a las 2:19 (hora española) y, en apenas segundos, se derrumbaban más de 3.000 edificios en gran parte de Turquía y el norte de Siria. Desde entonces, más de 50 replicas han azotado la zona. A 100 kilómetros de distancia del epicentro del primero, otro seísmo de magnitud 7,5 volvía a hacerse sentir en la región, en este caso en la provincia de Kahramanmaras.

Turquía y Siria, zonas de alta actividad sísmica

La zona en la que se ha producido el seísmo es el punto de encuentro de tres placas tectónicas: Anatolia, Africana y Arábiga. La primera, que comprende parte del Mar Muerto y el país liderado por Erdogán, es una subplaca tectónica de la Euroasiática, que tiene dos grandes conjuntos de fallas transformantes, la del norte, que provocó los graves terremotos en 1999 y esta, que está alineada con Chipre. La Arábiga comprende toda la península arábiga y la Africana, como su propio nombre indica, acoge parte del Mar Mediterráneo y el continente africano.

La placa Anatolia ocupa gran parte de Turquía y es, por su naturaleza, la que provoca mayor actividad sísmica en el país. A pesar de ser de pequeño tamaño, al estar atrapada entre otras grandes placas tectónicas, un pequeño movmiento puede hacer presión en diversos frentes y provocar grandes terremotos.

Un deslizamiento de la falla este de la Anatolia en el punto de encuentro con la Aránbiga y la Africana ha dado lugar a que el suelo se desquebrajase. De hecho, a consecuencia del terremoto y de las consecutivas réplicas se han registrado enormes grietas en las pistas de aterrizaje del Aeropuerto de Hatay, al sur de Turquía.

Sólo en el año 2022, Turquía registró más de 20.000 seísmos. De ellos, casi 130 superaron la magnitud 4 en la escala de Richter, mientras que uno superó el nivel 6, según datos de la agencia nacional de emergencias (AFAD) recogidos por los medios turcos. Allí, es habitual que los niños reciban información sobre cómo actuar en caso de seísmo. De hecho, en noviembre de 2022 se organizó un simulacro a nivel nacional que se extendió de forma simultánea por 81 provincias del país.

No obstante, desde 1999, Turquía no sufría un seísmo ta mortal. Por entonces, el país tuvo que lamentar la muerte de más de 17.000 personas por un terremoto de 7,4 producido en la ciudad de Izmit, situada a unos 100 kilómetros al este de Estambul. Además, Turquía sufrió su seísmo más mortífero del último siglo en 1939, cuando cerca de 33.000 personas murieron y 100.000 resultaron heridas por un terremoto de magnitud 7,9 en Erzincan, al este del país.

El sismólogo Emilio Carreño, exdirector de la Red Sísmica Española, ha asegurado que las vícitmas podrían aumentar por encima de las 10.000. "Hay poblaciones al norte de la falla que no han sido visitadas, y habrá muchísima gente a la que ni siquiera se dé por desaparecida", ha indicado el experto.

El terremoto ha causado, además, que Italia active su alerta preventiva de tsunami, si bien ha sido posteriormente desactivada después de que en la zona este de la Península de Anatolia y Chipre no se hayan producido grandes terremotos.

¿Podría ocurrir algo así en España?

El presidente del Ilustre Colegio de Geólogos, Manuel Regueiro, ha asegurado en una entrevista en Europa Press que hay "pocas" posibilidades de que en España se produzca un evento sísmico de similar naturaleza, si bien ha afirmado que no se puede descartar.

De hecho, no sería el primer seísmo en la Península Ibérica: en 1755 hubo un gran terremoto en Lisboa que provocó un tsunami de 15 metros. En 1968, el Cabo de San Vicente, en el Algarve sufrió un tsunami, y Granada fue víctima de otro en 1954.

De hecho, el experto ha indicado que la zona del sur de la Península es una de las de mayor riesgo. A lo largo del Mediterráneo se extiende una enorme falla que recorre como un cinturón el estrecho de Gibraltar, el sur de Italia y de las Baleares. Estos puntos son así el punto de encuentro de dos de las placas tectónicas más grandes de la Tierra: la placa Euroasiática y la placa Africana, convirtiendo Andalucía y Murcia en las zonas de mayor riesgo sísmico de España.