Tras más de una semana de propuestas fracasadas en ambas cámaras del Congreso y una frenética jornada de trabajo el lunes, los legisladores no lograron alcanzar un acuerdo de última hora que permita mantener abierto el Gobierno a partir de hoy, cuando comienza el nuevo año fiscal y se agotan los fondos anteriores. "Por desgracia, el Congreso no ha cumplido con su responsabilidad. No ha sido capaz de aprobar un presupuesto y como resultado, gran parte de nuestro Gobierno debe cerrar ahora hasta que el Congreso vuelva a financiarlo", dijo el presidente de EE.UU., Barack Obama, en un vídeo difundido por la Casa Blanca.
Justo antes de la medianoche, la Oficina de Presupuesto y Gestión de la Casa Blanca (OMB) instruyó a las agencias federales a "ejecutar los planes para un cierre ordenado debido a la falta de fondos".
Se desata así el primer cierre del Gobierno de Estados Unidos desde enero de 1996, que forzará a prescindir de unos 800.000 funcionarios y podría costar más de 1.000 millones de dólares a las arcas públicas, según estimaciones de la Casa Blanca. "(Un cierre del Gobierno) trabará los engranajes de nuestra economía en un momento en que esos engranajes han ganado algo de tracción", advirtió Obama en una comparecencia ante la prensa la tarde del lunes.
La reforma sanitaria aprobada en 2010 por Obama fue el núcleo del desacuerdo en el Congreso, donde el ala más conservadora veía el debate como una oportunidad única de hacer descarrilar la ley antes de que entrara en vigor, hoy mismo, una parte clave de la misma, la oferta de seguros de salud para todos los estadounidenses.
Después de que el Senado rechazara el segundo intento republicano de atacar la reforma sanitaria mediante el plan presupuestario, la Cámara Baja aprobó la noche del lunes una tercera propuesta que buscaba retrasar durante un año la parte más importante de esa ley, la obligatoriedad de tener un seguro médico a partir de enero.
El Senado rechazó de inmediato esa propuesta, por 54 votos a favor y 46 en contra, y volvió a insistir en que se aprobara un plan para proveer temporalmente de fondos al Gobierno federal sin tocar la reforma sanitaria, bautizada por los demócratas como "resolución limpia". Pero el líder republicano en la Cámara Baja, John Boehner, se negó a dar su brazo a torcer. "No voy a negociar", dijo Boehner. "Le diré al presidente: esto no se trata de mí. No se trata de los republicanos en el Congreso. Se trata de justicia para los estadounidenses", agregó, y subrayó el "impacto devastador" que está teniendo la reforma sanitaria.
Ya en la madrugada del martes, la Cámara de Representantes aprobó, por 228 votos a favor y 199 en contra, una propuesta que convoca una negociación con el Senado sobre la crisis. La medida pide formar un comité de conferencia, un mecanismo reservado a situaciones extraordinarias que permite congregar a varios miembros del Senado y la Cámara Baja con el fin de allanar diferencias respecto a una ley en particular. "Nuestra esperanza esta noche es poder poner a gente razonable en un mismo cuarto" para negociar, dijo el congresista republicano Pete Sessions.
No obstante, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, se resistió a esa idea y levantó las sesiones en la Cámara Alta hasta las 14:30 del martes. "Nos gusta resolver los asuntos, pero no vamos a ir a una conferencia con una pistola apuntándonos a la cabeza. No iremos a una conferencia hasta que consigamos una propuesta limpia (que no contenga ataques a la reforma sanitaria)", advirtió Reid.
Ambas cámaras sí lograron acuerdo en una ley, que fue firmada el lunes por la noche por Obama, para permitir que todos los militares sigan recibiendo sus salarios durante el cierre del Gobierno.