“El señor Botín se sentó aquí y el presidente en frente”, señala el propietario del restaurante ‘La Bombi’, ubicado en Santander.

Un lugar al que acudía mucho el fallecido presidente del Banco Santander. No sólo él; toda su familia ha pasado por ese mesón, aunque ni cuando se disponía a comer dejaba de pensar en números.

“Siempre se preocupaba. Me preguntaba cómo iba el negocio y mis cosas”, destaca Nombre Movellán, dueño del restaurante.

Su última visita a este lugar fue con su amigo Miguel Ángel Revilla. De las pocas, realmente, porque prefería desayunar con él y siempre el mismo menú.

“Seis sardinas cuando era época, frescas; si no, en lata. También jamón, zumo de naranja y café con leche”, recuerda Revilla, expresidente de Cantabria.

Santander está marcada con el apellido Botín. Sus vecinos destacan de él que estuviera “muy volcado” con la ciudad, su presencia en los acontecimientos importantes de la misma e, incluso, que es “el único que ha puesto Santander en el mapa internacional”.

El pasado mes de julio fue la última vez que oficiaba un acto público en su ciudad natal: la inauguración de los jardines de Pereda.

A solo unos kilómetros, en Puente San Miguel -de allí era parte de su familia-, no faltó ni un año al torneo de bolos, aunque nunca jugaba.

“Todos los años venía, con el concurso de bolos, y entregaba el premio. De eso le conocemos”, señala uno de sus vecinos. Emilio Botín será enterrado en su finca familiar de Puente de San Miguel.