Si Rafa Nadal sonríe, el deporte español replica. Tras un aciago 2021 en el que las lesiones le lastraron y le obligaron a perderse la segunda mitad de temporada incluyendo Wimbledon, el US Open o los Juegos Olímpicos, el tenista manacorí dudó si había llegado el momento de retirarse.

Después de clasificarse para su 29ª final de Grand Slam, la sexta del Open de Australia, tras vencer a Berrettini en cuatro sets, el español así lo ha reconocido.

"Los últimos días fueron problemas continuos y sé que las dudas estarán ahí el resto de mi carrera. No estoy mintiendo. Hace un mes y medio no estábamos siendo capaces de solventar los problemas y no sabía si podría volver al circuito. Hubo muchas conversaciones con mi equipo acerca de lo que pasaría si las cosas continuaban así, pensando que quizá tendría que despedirme definitivamente", ha explicado.

De hecho, en la previa del duelo de semifinales frente al romano, Carlos Moyà, su entrenador, recordó lo vivido en 2021.

"Él arrastraba ese problema ya desde después del Open de Australia del año pasado. En realidad, siempre ha tenido problemas con el pie, pero hasta ahora solo le afectaban a los entrenamientos y en momentos puntuales. Pero llegó un punto en el que veíamos que los tenía con más frecuencia y que ya no solo eran entrenando, sino en partidos. En París le pasó y luego no fue a Wimbledon. Reapareció en Washington y era una incógnita cómo estaría. Fue lo que mismo que ahora, fuimos a ver qué pasaba, pero ahí salió mal y aquí ha salido bien", aseveró.

"Tuvimos varias conversaciones durante la pretemporada, porque veíamos que no avanzaba. Hasta que él le dijo: 'Vamos a tope y si me rompo, me rompo'. No podíamos plantearnos ir a un Grand Slam con partidos a cinco sets sin hacer una prueba antes. La de Abu Dabi salió muy bien, sobre todo por el pie, aunque perdiera los partidos. Después de ahí vino lo de la COVID, y volvimos a plantearnos si podíamos ir con las condiciones mínimas requeridas para ser competitivo", zanjó.