Su sola presencia en el box de Ferrari ya ha despertado una tremenda ovación en los millones de ferraristas y amantes de la F1. Mick Schumacher, hijo del heptacampeón del mundo, participó en los test de F1 en Baréin y lo hizo a los mandos del Ferrari.

Una imagen que es imposible de disociar con la de Michael Schumacher. Y es que la historia de Ferrari no puede entenderse sin Michael, ni la del piloto alemán sin la escudería italiana. Ese binomio escribió la página más dorada de la F1 con cinco títulos consecutivos, entre 2000 y 2004.

Ahora es su hijo Mick el que llama a las puertas del box de Ferrari. Es la fiel imagen de su padre y en Ferrari ya sueñan con una segunda etapa dorada con él.