Cada día más la salud mental tiene mayor cabida y protagonismo en la sociedad, pero la presión y exigencia de los deportistas profesionales, en este caso, de pilotos, continúa siendo muy elevada. Un ejemplo es el de Jorge Lorenzo, cinco veces campeón del mundo de MotoGP, que se ha sincerado en el documental ‘Yo, piloto’, de DAZN.

Y es que, tras ocho años con Yamaha, donde el mallorquín logró tres títulos mundiales, fichó por Ducati, en 2017. Con la marca italiana Lorenzo alcanzó tres podios y, antes de Mugello, entró en “una pequeña depresión” ante la incertidumbre de volver a subirse encima de una moto en 2018.

“Antes de Mugello entre en una pequeña depresión porque entendía que me quedaba sin moto oficial para el año siguiente y yo me sentía en el mejor momento de mi carera”, comenta para DAZN. Por ello, todo lo veía negativo y “sólo quería dormir. Estaba realmente muy bajo de ánimos”.

Iván López, preparador físico de Jorge Lorenzo por aquel entonces, afirma, en el documental, que llegó a obligarle para que saliera de la cama. Tal fue el sentimiento de abatimiento que, según menciona, el mallorquín llegó a pensar en abandonar el motociclismo.

“Llegó un momento en el que dijo que dejaba las motos. Yo le decía 'no puedes dejar las motos, no puedes abandonar, no puedes tirar la toalla'. Y costó porque no se levantaba de la cama. Era una gran pelea”, expresa López.

Pero la llamada del Manager de Repsol Honda Team, Alberto Puig, sirvió como precedente para que Jorge Lorenzo saliera de esa espiral de negatividad. En uno de los entrenamientos de bicicleta estática, recibió la llamada de Puig. “Soltó el teléfono, me abrazó y empezó a saltar encima de la cama y gritaba '¡Lo he hecho, lo he hecho!'. Le cambió la cabeza”, recuerda López.

El cambio de ánimo fue tan radical que, tras la llamada del Manager de Repsol Honda, Lorenzo venció en dos carreras de forma consecutiva. “Las palabras depresión y obsesión suenan muy negativas. Pero cada vez más en el deporte, se ha vuelto tan profesional, metódico y perfeccionista que, o estás obsesionado o metido en este mundo al 100% o es imposible luchar con los mejores del mundo”, concluye Lorenzo.