Cuando no te lo esperas sabe mejor. La australiana Ariarne Titmus ha ganado el oro olímpico en los 400 metros libres contra todo pronóstico, no por sus capacidades, si no por arrebatarle el triunfo a Katie Ledecky, la mejor nadadora de los últimos años en casi todas las distancias de la modalidad libre.
La estadounidense no había encontrado rival desde Londres 2012, donde se descubrió ante el mundo de la natación como una de las deportistas a tener en cuenta, rompiendo récords y destrozando a sus rivales con distancias apabullantes.
Sin embargo, esta vez no ha sido así. Titmus remontó casi un cuerpo de distancia en los últimos metros con una velocidad infernal y se llevó un oro inesperado, tanto para ella como para su entrenador, quien protagonizó la imagen del evento.
El coach de la australiana se volvió completamente loco celebrando la victoria en la grada de la piscina olímpica. Brazos arriba con el puño en alto, gritos de alegría liberación, una carrerita por la zona de butacas, mascarilla fuera y celebración efusiva con una valla de protección asustando incluso a una voluntaria de la organización de los juegos.