Seis segundos. Eso es lo que le ha faltado a Adriana Cerezo para alzarse con el oro en los Juegos Olímpicos de Tokio. Con tan solo 17 años y frente a la número 1 del mundo, Panipak Wongpattanakit, la madrileña ha llegado al final de la contienda ganando, pero una patada al pecho de la tailandesa le ha privado del oro.

Lejos de resignarse por no ganar, Adriana ha dado una lección al mundo de deportividad, humildad y saber estar, aplaudiendo a su rival mientras celebraba la victoria y mostrando su sonrisa cuando muchos otros no querrían ni mirar a la cámara.

'laSexta' ha tenido la oportunidad de estar con su madre durante la videollamada que han realizado después de la pelea.

"Quería daros las gracias por todo el apoyo que me habéis dado. Siento muchísimo que haya sido así la final, pero agradezco mucho el apoyo que he recibido", ha expresado Adriana.

Su madre, junto a su familia en una casa rural de Segovia, no ha podido evitar emocionarse: "No podemos estar más orgullosos de ti. Apenas tengo voz, eres increíble. No has perdido un oro, has ganado una plata con el máximo prestigio que se puede hacer. Eres muy grande, Adriana, muy grande. Te quiero, disfrútalo".

"Es increíble. Estamos a muchos kilómetros de distancia y a muchas horas de diferencia horaria. Han sido sensaciones tan bonitas como crueles. Ha competido de una forma espectacular y no podemos estar más orgullosos de su actuación y de ella", ha zanjado.

Con su plata (que tiene un increíble sabor a oro), España abre su cuenta en el casillero de medallas en Tokio.