Raúl de Tomás ya es nuevo jugador del Rayo Vallecano. Este martes se ha hecho oficial su fichaje procedente del Espanyol, club que le había descartado y que le buscó una salida hasta el último minuto del mercado de fichajes.
El delantero regresa a Vallecas, donde ya disfrutaron de sus goles. Sin embargo, no podrá jugar hasta enero, cuando pueda ser inscrito en LaLiga. Su despedida en redes del Espanyol ha sido muy viral por los numerosos mensajes que ha dejado.
Entre ellos varias frases a destacar: "Ellos tendrán sus razones, para haberme arrinconado e infravalorado, aunque no las vaya a cuestionar públicamente".
"El resultado de mi esfuerzo queda ahí presente y sería pretencioso por mi parte andar recordándolo; me basta de sobra con las consecuencias que ha tenido para el bien del club y la satisfacción de sus seguidores", dice sobre el club barcelonés.
"Supongo que ellos entenderán que yo haya procurado encontrar una salida digna que me permitiera proseguir mi ilusión más profunda, la de jugar y dar lo mejor de mí en este deporte. Una ilusión a la que sitúo por encima de la retribución económica, o cualquier otro tipo de ventaja: a la vista está", cierra la nota.
Comunicado íntegro
Los hechos en los que me he visto envuelto en estas últimas semanas, me obligan -muy a mi pesar- a hacer público el siguiente comunicado. Soy, por naturaleza, partidario de la discreción y procuro pasar lo más desapercibido posible puesto que solo me considero un jugador de fútbol más y creo que el único interés que de verdad promuevo es lo que haga en el campo. Aún así, tengo que manifestar:
Lo más importante de todo: quiero dejar evidentes mi agradecimiento y mi respeto hacia el RCD Espanyol en la gran mayoría de sus estamentos, desde los trabajadores del club, siguiendo por los compañeros de equipo y, sobre todo, por la afición que me ha dado siempre muestras sobradas de afecto y solidaridad que no olvidaré jamás. Siempre permanecerán deuda con cada uno de ellos. Durante las dos temporadas y media en las que he vestido, con el mayor de los orgullos, la camiseta del Espanyol, he procurado dedicar todas mis fuerzas y mi entera voluntad a entregarme en cuerpo y algo a este equipo, sin que me hayan importado la categoría o la situación en la tabla. El resultado de mi esfuerzo queda ahí presente y sería pretencioso por mi parte andar recordándolo; me basta de sobra con las consecuencias que ha tenido para el bien del club y la satisfacción de sus seguidores. En cuanto a aquéllos que se han aprovechado de mi silencio para engrandecer sus intereses personalistas de manera ruin y cobarde, usándolo también como cortina de humo para tapar una gestión directiva desafortunada tendrían que responder de sus actos sin parapetarse detrás de mí. Lo mismo que deberán ser ellos quienes expliquen el porqué del empeño por expulsarme de un equipo al que consideraba como a mi propia casa, poniendo en marcha una campaña desproporcionada de ataques personales que no deseo que sufra nadie.
Tengo en la estima que se merecen a Diego Catoira Mosquera y a Diego Martínez Penas, actuales director deportivo y entrenador respectivamente del RCD Espanyol; sus méritos profesionales y su historial les preceden y les avalan sobradamente, creo. Ellos tendrán sus razones, para haberme arrinconado e infravalorado, aunque no las vaya a cuestionar públicamente. Tengo muy claro que la disciplina, la fidelidad y la obediencia son valores básicos para cualquier deportista, así me lo inculcaron desde muy niño y no voy a traicionarlos ahora. Por eso, acato sin crítica alguna la determinación de los dos técnicos de no contar conmigo en absoluto. En la misma línea, supongo que ellos entenderán que yo haya procurado encontrar una salida digna que me permitiera proseguir mi ilusión más profunda, la de jugar y dar lo mejor de mí en este deporte. Una ilusión a la que sitúo por encima de la retribución económica, o cualquier otro tipo de ventaja: a la vista está.
Nada me hubiera gustado más que no difundir este comunicado y centrarme en jugar al fútbol. Me siento perico hasta la médula para siempre.