Me ha pillado desprevenido, completamente desarmado. Me encontraba en un Máster cuando un alumno ha dicho en alto lo que casi todos, íntimamente, sabíamos que tenía que ocurrir más pronto que tarde: "ha muerto Maradona". Rápidamente, he mirado el móvil buscando la confirmación o, con más ahínco, el desmentido. Algunos medios hablaban de estado grave y durante algunos segundos la esperanza de que saliera adelante una vez más ha estado ahí. La confirmación de Clarín, medio de referencia en Argentina, ha roto cualquier esperanza. Diego Armando Maradona estaba muerto, tocaba hacerse a la idea de que el gran ídolo que he tenido en el mundo del fútbol ya no estaba.
Mis recuerdos del Maradona en activo son a partir del año 90, cuando empezó su declive. Aun así, su increíble talento y su leyenda me impresionaron. Leía con devoción cualquier artículo relacionado con él. No digo ya nada cuando jugaba. El fichaje por el Sevilla, el Mundial de Estados Unidos, el fichaje por Newell’s, el regreso a Boca, su último partido ante River...Y siempre la esperanza de un nuevo regreso que ya no fue posible. Ni siquiera pude disfrutar de él como exfutbolista con las típicas pachangas de veteranos. Maradona se dejó llevar en todos los sentidos.
Pero siempre quedaron los recuerdos. Son incontables los vídeos que he visto de Maradona durante los últimos 25 años, los que han seguido a su retirada. He visto infinidad de veces en Youtube su regreso a Boca Juniors en el 95, por ejemplo. Una auténtica barbaridad. Apenas se escucha al narrador por el ruido de la gente, absolutamente enloquecida en las gradas. Los rivales, absortos viendo a Diego de nuevo con la camiseta de Boca, ya viejo, cansado y al borde del adiós definitivo. Daba igual, Maradona ha sido siempre hipnótico.
Quién no recuerda ese calentamiento con los cordones desatados mientras bailaba al son de la megafonía. O el gol del Mundial 94, el último con la camiseta de Argentina, un zurdazo inmortal a la escuadra de Grecia seguido de una celebración desquiciada delante de una cámara de televisión. Huelga hablar de los recopilatorios del Mundial 86, la mayor exhibición individual de un futbolista, o la heroicidad de ganar dos ligas italianas con un equipo del sur, con su querido Napoli, donde casi es más idolatrado que en Argentina.
No olvido los escándalos personales, claro. Sus adicciones, las salidas de tono, el descenso a los infiernos del que ha sido testigo el mundo entero. Argumentos habituales de los que negaban cuando yo mantenía con firmeza que Maradona ha sido el mejor futbolista de todos tiempos. Mi respuesta, evidente: ¿qué tendrá que ver su vida personal con lo que hacía en un estadio de fútbol? Maradona siempre me interesó relacionado con un balón. El resto, poco o nada.
El primer vídeo de Maradona del que hay constancia es uno en el que siendo un niño dice que sueña con "jugar el Mundial". El último es de hace tan solo unos días. Un dron se coló en la vivienda en la que intentaba recuperarse de su última operación para grabar la intimidad de su decadencia. Ya no lo podrán hacer más.