Teresa Berganza, la mezzosoprano madrileña de fama internacional, ha fallecido este viernes a los 89 años. Nacida en la capital en 1933, Berganza dedicó más de medio siglo a actuar en los teatros más prestigiosos del globo: la Scala de Milán, la Ópera de Viena, el Covent Garden de Londres o el Metropolitan de Nueva York.

Antes de decantarse por el canto estudió piano, armonía, música de cámara, composición, órgano y violonchelo. De hecho, eso fue uno de los temas que trató con la mismísima reina Isabel II, quien le invitó a tomar el té en su compartimento en un tren con destino Edimburgo. "Fue encantadora", aseguró a Efe en abril de 2018, "estuvimos hablando, me preguntó cómo es que cantaba siendo tan joven".

A lo largo de sus 54 años en activono dejo de recibir todo tipo de reconocimientos. El primer galardón lo obtuvo en 1954, en el Conservatorio de Madrid, donde realizó sus estudios de piano y canto. Debutó en esa ciudad en 1955 y dos años después hizo su debut internacional en el Festival Aix-en-Provence como Dorabella. En 1991 se hizo con el premio Príncipe de Asturias de las Artes. Un año más tarde, en 1992, participó en la ceremonia inaugural de la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona. Asimismo, obtuvo el Premio Nacional de Música (1996) o la Legión de Honor francesa (2012).

También fue nombrada por unanimidad académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, siendo la primera mujer y la primera cantante que ingresa en la institución. Berganza ha sido considerada una mujer adelantada a su tiempo. "Me he divorciado dos veces y lo que tendría que haber hecho es no casarme", señaló en una entrevista en Efe, donde aseguró que cantar era su destino.

Este mismo destino le obligó a poner fin a su carrera en 2008, tras quedarse sin voz durante un espectáculo en Santander. "Yo soy muy tajante en mis cosas, parezco alemana. Las cosas ocurren cuando tienen que pasar. En el momento que me quedé sin voz pensé 'ya no cantas más, hasta aquí'", explicó en aquella entrevista de hace cinco años.

La madrileña confesó que su repentino enmudecimiento se debió a que estaba "muy preocupada" porque en ese momento estaba operando a su nieta y lamentó la falta de comprensión que existe cuando los cantantes anulan compromisos aludiendo a problemas vocales. "A veces a los cantantes nos reprochan que de repente no cantamos, que lo anulamos... No saben lo que es una voz. Emocionalmente nos podemos quedar sin voz por la más pequeña cosa".