Son malos tiempos para la lírica y también para la música, que vive estos meses en un mar de dudas. Julián Herráiz, gerente del mítico 'Café Libertad 8', afirma que hay "una incertidumbre total sobre qué puede pasar con el negocio" porque no tienen "ninguna certeza de cuándo hay posibilidades de abrir".

Tampoco lo saben en la 'Sala Wurlitzer' que, al igual que el 'Café Libertad 8', tiene licencia como local de ocio nocturno, lo que les impide levantar la persiana. "En junio las reuniones eran de 15 personas y un metro y medio entre mesas y ahora es un metro y medio entre las espaldas de las personas... no sabes a qué atenerte", expresa Álvaro Villacís, responsable de la sala Wurlitzer.

El problema en la cadena de los espectáculos en vivo pasa de las salas a los promotores. "Primero reubicamos los conciertos en junio, luego pasamos a octubre y a medida que pasaba el verano, hemos decidido cancelar definitivamente", señala Javier Domínguez, promotor de conciertos.

Madrid anunció hace unos días la posibilidad de reabrir estos espacios reconvirtiendo sus licencias para que operen como restaurantes. Pero esa, dicen desde las salas, no es la solución: "Es como si a un restaurante le dices que solo puedes abrir para los desayunos y no puede usar la cocina. No tiene ningún sentido", critica Villacís.

Ante una paralización que asfixia, para el dueño del mítico 'Café Libertad 8', cualquier iniciativa es buena para llenar la caja, como hacer "conciertos online o a través de Youtube" para así "generar unos ingresos mínimos de subsistencia y ver si al menos los gastos fijos quedan cubiertos".

Y es que los locales si están cerrados no generan ingresos, pese a ser lugares seguros. Sin embargo, siguen generando gastos. Por eso, sus propietarios lamentan que no les dejen abrir las puertas. "No ha habido un solo rebrote o contagio en todos los conciertos que se han desarrollado", destaca Javier Domínguez, promotor de conciertos.

Ellos insisten en que las salas con música en directo no son lo mismo que discotecas y borrachera y lamentan que "en esta situación el único resultado es llegar a cinco, a la quiebra", tal y como expresa Julián Herráiz. Con el calendario en la mano calculan que el sector es posible que no remonte hasta finales de 2021. Pero antes esperan poder volver llenar las salas de la manera que sea después de meses con la cuenta a cero.