Allí donde la naturaleza aun es salvaje por tierra, mar y aire la cámara de Sebastiao Salgado recoge los orígenes de la vida. Ese 46% del planeta que aún se conserva virgen y que la mano del ser humano aún no ha tocado.

Fotografías que no son críticas pero sí una llamada de atención a todo lo que podríamos destruir. Un trabajo que le ha llevado a bailar con caimanes o a fotografiar las costumbres de la tribu perdida de Etiopia.

El resultado impresiona y las cifras abruman: 12 años de trabajo, ocho de viaje y miles y miles de instantáneas. En su habitual blanco y negro pero con un abanico de grises infinito Salgado es capaz de enseñarnos Siberia o los leones marinos de Georgia del sur.