Nueve años después de hacer la primera llamada de teléfono, Alexander Graham Bell grabó su voz en un disco de cartón cubierto de cera. Esto ocurrió el 15 de abril de 1885, y le dio una firma de audio: "Oíd mi voz. Alexander Graham Bell".

El frágil disco permaneció en silencio durante 128 años como parte de la colección de sonidos históricos grabados del Museo Smithsonian.

Las imágenes digitales, la informática, una transcripción escrita a mano y un poco de trabajo de investigación archivística lo confirmaron como la única grabación conocida de la voz de Graham Bell.

Carlene Stephens, conservadora del Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian, vio por primera vez el disco y otros 400 artefactos de audios donados por Bell cuando llegó al museo en 1974, pero no se atevió a reproducirlos.

"Nos dimos cuenta de que estos materiales fueron significativos no solo para la historia temprana de la grabación de sonido, sino porque se les consideraba imposibles de reproducir, por lo que se guardaron a la espera de que la tecnología de reproducción pudiera algún día permitir conocer el contenido", escribió Stephens.

Ese día llegó en 2008, cuando Stephens se enteró de que los científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en California había recuperado 10 segundos de la canción poupular francesa "Au Clair de la Lune" de una grabación de 1860 de las ondas de sonido que se garabatearon en un papel cubierto de hollín.

Eso fue hace casi dos décadas antes de la grabación reproducible conocida más antigua de Thomas Edison, hecha en 1888.

Si los científicos de Berkeley podían conseguir sonido de un papel tiznado, Stephens pensó que tal vez se podrían descifrar esos registros silenciosos que había guardado durante décadas.

Se puso en contacto con Carl Haber en Berkeley y con Peter Alyea, un especialista en conversión digital de la Biblioteca del Congreso. Escogieron seís grabaciones de la colección, incluyendo el que resultó ser el audio de Bell, e hicieron imágenes en tres dimensiones y en ultra-alta definición de los mismos.

El escáner de Berjeley capturó gigapixels de información, y no sólo de anchura y altura, sino de la profundidad de las ranuras, con mediciones de 100 nanómetros, es decir, 250 veces más pequeño que el ancho de un cabello humano.

La profundidad es improtante en estas viejas grabaciones, dijo Haber, porque una gran parte de la información a cerca de la forma en que suena se almacena en las partes profundas de los surcos.

Haber y su colega, Earl Cornell, utilizaron un algoritmo para convertir esa imágen en sonido, sin tocar el delicado disco. El sistema es conocido como IRENE/3D, acrónimo de Imágen, Reconstruir, Borrar ruido.

La mayor parte de la grabación corresponde a la voz de Bell con acento escocés diciendo una serie de números, y luego cifras en dólares como "tres dólares y medio", "siete dólares y 29 centavos", y por último, "3785 dólares y 56 centavos".

Esto sugiere que Bell pensaba en una máquina para la grabación de negocios, según Stephens.