Cambiaron el mundo, las bombas atómicas arrasaron Hiroshima y Nagasaki y dejaron más de 210.000 muertos y decenas de miles de heridos. Una capacidad de destrucción que todas las potencias querían tener.

Varias generaciones se criaron con el miedo a una guerra nuclear. Aprendiendo cómo actuar ante el resplandor blanco de la bomba atómica.

Desde su máximo apogeo en los 80 el arsenal nuclear mundial se ha ido reduciendo pero los países son cada vez más reticentes a destruirlo. Por eso los ganadores del Nobel de la Paz impulsaron la creación del tratado para prohibirlas, como ya se hizo con las minas antipersona o las bombas de racimo.

"Para hacer que los estados se sientan incómodos con el statu quo, para presionarles" explica Beatrice Fihn, directora de la campaña Abolición Armas Nucleares.

A día de hoy hay 15.000 armas nucleares en el mundo. La mayoría están en manos de Rusia y Estados Unidos, pero, aunque en menor medida, también las tienen Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.

Y Pyonyang es precisamente el principal argumento que esgrimen los países nucleares para no firmar el tratado. Argumentan que la disuasión que ofrecen estas armas atómicas sigue siendo necesaria. "No son disuasorias, sólo estimulan a otros países a conseguir sus propias armas atómicas" clama Fihn.

Desde su aprobación en julio de este año, 56 países han firmado el tratado y sólo tres los han ratificado. En la lista no están ninguno de los países nucleares.