Cada día, alrededor de
las nueve de la mañana y tras pasar la noche en casa de alguno de sus
cuidadores que no les quitan el ojo de encima, las dos crías llegan al parque
zoológico Reino Animal, donde nacieron el pasado 19 de marzo.
Los dos afables
ejemplares, ambos hembras y todavía sin nombre, son trasladados a la zona
pediátrica del parque, donde reciben los cuidados de una "madre sustituta".
"La intención era que crecieran con su madre pero las tuvimos que separar
porque vimos que tenían las marcas de un hongo en las patitas y en la cola y
tuvimos que tratarlas", contó Yohali Zúñiga, bióloga y cuidadora de estos
tiernos felinos.
Las pequeñas jaguares,
de unos dos kilos de peso, son hijas de dos ejemplares rescatados por las
autoridades mexicanas y entregados a este parque, que cuenta con una población
de nueve ejemplares. Una vez separadas de su madre, las dos hermanas ya no se reunirán
con ella dado que son "animales solitarios", pero de momento "se
llevan muy bien" entre ellas y les encanta jugar, correr y revolcarse.
Cada cinco horas llega
el momento de comer, cuando se les suministra un biberón con leche y nutrientes
que succionan como si de su madre se tratase. La función maternal de los
cuidadores, sin embargo, no se acaba aquí, puesto que también tienen que
estimular a las pequeñas para que orinen y defequen. "Se hace con un
algodoncito, que puede ser seco o húmedo, para sustituir a la madre, que les
lame el ano y la vagina", relató Zúñiga, que también se encarga de jugar y
acariciar a estos ejemplares que tienen unos intensos ojos azules.
Las dos hermanas, que
deleitan a los boquiabiertos visitantes del parque, se distinguen por la
intensidad del color de las manchas de su piel, y pronto se llevará a cabo un
concurso para bautizarlas. El jaguar, que puede alcanzar los 30 años y pesar
100 kilos, es el tercer felino más grande del mundo, por detrás del tigre y del
león, y habita desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina.
Considerado en peligro
de extinción, se calcula que en México quedan unos 4.000 ejemplares en
libertad, principalmente en la península de Yucatán. Las labores de
conservación llevadas a cabo por las autoridades y organizaciones civiles
lograron aumentar en 10 % su población el año pasado, contó José Luis González,
responsable de bienestar animal en Reino Animal.
"Se está
protegiendo su hábitat y disminuyendo la caza furtiva", celebró González,
quien indicó que el mayor peligro para los jaguares es "el aumento de la
mancha urbana", que reduce los espacios para los felinos. La tala de
bosques y selvas, así como la construcción de carreteras, divide poblaciones de
jaguares y les deja sin presas, por lo que tienen que cazar ganado
arriesgándose a que los ganaderos les cacen.
El nacimiento en
cautiverio de estas dos jaguares es algo "bueno" para la conservación
de la especie, sostuvo el responsable, dado que los parques zoológicos
"deben tener una población viable para, en algún momento, poder contribuir
a repoblar lugares donde el jaguar habita".
Hasta entonces, añadió,
su objetivo es el de "educar y concienciar" a la población sobre la
vida y la historia de los jaguares, sobre todo a los niños, que son quienes
"se van a quedar con este planeta". Así, poco a poco, se va
recuperando el contacto cercano con los jaguares que tenían las civilizaciones
prehispánicas como la de Teotihuacan, grandes veneradores de estos majestuosos
felinos.