En un escenario en el que el coronavirus habría llegado para quedarse, se abre ahora una vía esperanzadora. Y todas las miradas están puestas en ómicron. Con indicios sobre su transmisibilidad, su capacidad para evadir las defensas inmunitarias y su virulencia, si se confirma que esta nueva variante es más contagiosa pero también más leve, la situación podría volverse a nuestro favor.

"Si ahora esta variante se comporta como un virus que nos provoca unos cuadros muy leves, estaríamos diciendo que se ha adaptado, que ya ha conseguido esa adaptación y, de alguna manera, podría ser ese final de la pandemia", explica Juan Gestal, profesor emérito de Salud Pública de la Universidad de Compostela.

Algunos expertos hablan de coexistencia pacífica. Presente ya en cerca de 50 países, y predominante en Sudáfrica, donde se ha extendido con mucha rapidez, en cuestión de una semana los casos se han triplicado. En este sentido, la periodista Graziella Almendral ha señalado en Al Rojo Vivo que "por ahora, los datos están apuntando a que no daría lugar una enfermedad más severa que la que provoca la variante delta".

Hasta la fecha, la OMS no ha registrado tampoco ninguna muerte causada por esta variante de la que su origen es todo un misterio: desde animales domésticos o de granja hasta personas inmunodeprimidas, e incluso haber estado conviviendo con la mutación sin saberlo. "Otra posibilidad es que esta variante hubiera aparecido hace meses y estuviera circulando en países donde no se hubieran producido grandes brotes y esos países no tuvieran mucha capacidad de detectarlo", ha afirmado Almendral.

A la espera de conocer más su evolución, si ómicron no acaba siendo la panacea, los expertos insisten en la importancia de vacunar a todo el mundo para frenar el virus.