El estudio protagonizado por Abhay Ashtekar y Javier Olmedo, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, y Parampreet Singh, de la de Louisiana, sostiene que la materia cae en el agujero y rebota, pero a un ritmo mucho más lento que el que vivimos en la Tierra, de manera que la materia volvería a aparecer en años futuros.

Los estudios sobre los agujeros negros sugieren, hasta el momento, que absorben la materia que se siente atraída por una gran fuerza de gravedad que va aumentando a medida que la materia va cayendo, pero los estudios no son capaces de concluir que hay detrás de los límites de los agujeros negros, ni donde va la materia que desaparece con ellos.

La materia, según los estudios publicados hasta le momento, caería hasta tal punto que el tejido espaciotemporal se quebraría. Ese punto se llama singularidad y en él no existirían las leyes físicas ni la realidad tal y como la conocemos.

Los estudios, que prescinden de la idea de singularidad, deberán de ser experimentados para concluir si pueden ser teorías válidas. Una de las hipótesis que lo corroboraría sería que los fenómenos con gran energía que se encuentran en el universo y carecen de explicación científica fueran agujeros negros en transición a agujeros blancos, objetos que actuarían de forma contraria a los agujeros negros, es decir, expulsando la materia en vez de absorbiéndola. Eso conllevaría que un agujero blanco fuera la evolución de un agujero negro.

De ser comprobada, la teoría científica sentaría las bases para comprender los fenómenos astronómicos y cómo se han formado determinados objetos en el universo.