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Abarth 595 Competizione, a prueba: concentrado de sensaciones

Abarth 595 Competizione, a prueba: concentrado de sensaciones

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Tras fundar Cisitalia y casarse con una familiar de Ferdinand Porsche, Carlo Abarth fundó una empresa de preparaciones mecánicas a finales de los años 40 del pasado siglo. De la liquidación de Cisitalia construyó sus primeros coches de carreras, y durante los años 50 y 60 se enfocó en preparaciones de competición sobre vehículos Fiat. Su primera obra maestra fue el Abarth 500, cuya mecánica doblaba la potencia de serie del pequeño "cinquecento", llegando a los 26 CV. La fama del preparador comenzó a aumentar, llegando a las altas esferas de Fiat rápidamente. El Abarth 595 Competizione que estamos probando hoy para vosotros traza sus orígenes al año 1963. El Abarth 595 clásico era un Fiat 500, cuyo motor de medio litro fue aumentado hasta los 595 cc, alcanzando su versión SS unos respetables 32 CV, con una punta de 130 km/h. Para un coche de apenas media tonelada, tenía prestaciones serias, y un comportamiento divertido y rápido que lo convirtió en un coche escuela ideal para acceder a deportivos más grandes, o incluso al mundo de la competición. También fue una máquina exitosa en rallyes y eventos monomarca.
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Conociendo al Abarth 595 Competizione

53 años después, tengo en las manos las llaves de un Abarth 595 Competizione a estrenar. Apenas tiene 1.000 km en el odómetro y reluce bajo el sol su color Giallo. El 595 Competizione es el coche más potente y radical de la marca - con permiso del 695 Biposto, un coche de carreras de calle a efectos prácticos - desde los años 70 propiedad de Fiat y desde 2007 con entidad propia dentro del Grupo Fiat. Basado en el Fiat 500, tiene por debajo de él a los Abarth 595 (145 CV) y los Abarth 595 Turismo (160 CV). Los Competizione son coches para quemados, coches hechos para devorar curvas, creados con la máxima diversión en mente. Coches como pocos quedan. Parece haber sido vitaminado hasta el extremo. La carrocería del coche no ha sido ensanchada, pero sus llantas esseesse de 17 pulgadas con neumáticos Michelin Pilot Sport de 205 mm de sección por poco se salen de los pasos de rueda. Su kit de carrocería llama la atención de forma deliberada, casi macarra. Enormes frenos Brembo con discos perforados y pinzas de cuatro pistones viven en el interior de las llantas. El nombre de la marca ocupa la parte inferior de las puertas "a la Porsche" y un difusor trasero convive con cuatro colas de escape en la zaga del coche.
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Sí, cuatro colas de escape, correspondientes al escape que la marca llama Récord Monza. Posiblemente, una de las mejores cosas del coche. Abro la puerta y me siento en sus bacquéts Sábelt de fibra de carbono. Son duros como una piedra, incómodos en largos viajes y sólo regulables en inclinación del respaldo y longitudinalmente. Además, provocan que la posición de pilotaje sea inusualmente alta para un coche de aspiraciones deportivas. Mi mano agarra un volante de cuero, de precioso diseño, con inserciones en Alcantara y fibra de carbono real.

Políticamente incorrecto

Acciono el contacto y la instrumentación digital despierta. Giro la llave y el motor 1.4 turbo despierta. Todo el barrio se entera de que he arrancado el coche: el escape tiene un sonido grave, y sobretodo un volumen que creía imposible en un coche de calle. El motor que ronronea a centímetros de mí desarrolla la friolera de 180 CV, encajados en un coche de apenas una tonelada de peso. Junto a sus 250 Nm de par máximo a 3.000 rpm, es posible un 0 a 100 km/h de sólo 6,7 segundos. Sobre el papel, es tan rápido como los segmento B más rápidos del momento.
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Además, el Pack Performance de nuestra unidad incluye un diferencial autoblocante mecánico. Por supuesto, tenemos un cambio manual de cinco relaciones, cuya palanca de cambios metálica es un guiño al Abarth 595 de los años 60. Todos los Abarth 595 Competizione montan amortiguadores Koni FSD con muelles Eibach. Una suspensión deportiva de verdad con la que más te vale evitar los baches, pues los vas a sentir con precisión en los riñones. Sí, aunque sólo mida 3,66 metros en ciudad vas a sentirte jugando al Mario Kart, evitando baches y tapas de alcantarilla. Sorprendentemente, el radio de giro del coche es bastante malo y hay maniobras que sobre el papel sencillas, requerirán más giros de volante de los que pensabas. Su escape atruena a los viandantes, y muchos esperan ver un superdeportivo tras oírnos resonar desde hace manzanas. Es una sensación divertida, francamente. Pero no, la ciudad no es el habitat del Abarth 595 Competizione. Tampoco lo es la autopista, donde su suspensión incómoda, sus marchas cortas y su escaso aislamiento convierten cualquier viaje largo en una experiencia poco agradable.
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Pero realmente, todo esto no debería importarnos lo más mínimo. Porque es un coche cuyo fin es únicamente ser el más rápido y divertido en un tramo bien revirado. En estos tramos el Abarth 595 Competizione burla las leyes de la física, y se ríe en la cara de coches mucho más potentes y rápidos que él. Es una experiencia casi religiosa, un acto de fe. ¿Cómo voy a ir sentado tan alto y pasando por curva a este ritmo? ¿Cómo puede un coche tan pequeño tener un comportamiento tan radical y al mismo tiempo, no perder la compostura? ¿Dónde está el límite de los Brembo? Su agarre lateral parece no tener límite, y si llegamos al punto del subviraje - para lo que hay que ir realmente rápido - recolocar la zaga sólo requiere ahuecar el acelerador. Para sacar lo mejor del 1.4 turbo del Abarth 595 Competizione tendremos que trabajar, eso sí. Pisa a fondo a 2.000 rpm, y el empuje del motor te defraudará. Deja que suba por encima de las 3.500 rpm, y sujeta bien el volante, porque toda su potencia asaltará el tren trasero sin descanso hasta el corte de inyección. En cierto modo, es un motor algo old-school, no tan progresivo como el de sus rivales.
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Pero mientras lo estás pilotando, y los escapes Record Monza resuenan en la carretera, es imposible reflexionar sobre ello. Aunque el volante no es regulable en profundidad y los recorridos del cambio son algo largos, te sentirás rodando cada vez más rápido, con una sonrisa bobalicona en la cara. Me ocurre con pocos coches, pero el Abarth 595 Competizione es uno de esos coches que te calientan la cabeza. Te tienta adulando tus sentidos con su sonido y sus fuerzas G, haciéndote desear más, pidiéndote ir más, y más, y más rápido. La picadura del escorpión envenena, y una vez te ha envenenado no hay vuelta atrás. Eres un converso, y nunca podrás olvidarte del Abarth 595 Competizione. Es un coche con defectos: la dirección no transmite demasiado, es pequeño y poco práctico, y es tan duro de suspensiones que incluso un breve trayecto por ciudad se convierte en un suplicio. Pero la gracia de un verdadero deportivo son sus defectos. Es como una apasionada relación de pareja: quieres con locura a tu pareja, a pesar de sus defectos y manías, esos que en ocasiones te desquician.
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Si te gustan los coches y el Abarth 595 Competizione no te roba el corazón, háztelo mirar. Esta droga dura tiene un precio: cuesta 24.950 euros. Sí, es más caro que un SEAT Ibiza Cupra o un Opel Adam S, pero es mucho más exclusivo, mucho más agresivo y mucho más radical. Realmente, no tiene rivales en el segmento A, y muy pocos coches actualmente a la venta tienen ese "cuore", esa pasión tan profundamente arraigada en su ADN - sin tener en cuenta el peso de la historia de una marca injustamente desconocida e infravalorada. Este escorpión me ha envenenado, y no quiero antídoto.

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