PACTO DE CABALLEROS
¿Sabías que en Japón hay coches que "mienten" sobre su potencia?
Durante muchos años, los deportivos japoneses escondieron su verdadera potencia por un pacto de caballeros entre fabricantes. Nadie lo reconocerá nunca, pero las pruebas todavía existen.

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Si alguna vez has pensado que tu Toyota Supra parecía tener más vida de la que ponía en la ficha técnica… quizá no ibas tan mal encaminado. Durante décadas, los coches japoneses mintieron (con mucha clase) sobre su potencia real. Y no por falta de información ni por disparidad en las cifras, sino por un pacto no escrito entre caballeros.
Es un 'engaño elegante' que conocemos como 'gentlemen's agreement' y es una de esas historias que solo podía ocurrir en Japón. Al final, el país nipón tiene una cultura en la que el honor importa más que el marketing, y utilizan la elegancia hasta para mentir.
El 'gentlemen's agreement', un pacto de caballeros para no pasarse de la raya
A final de los años 80, con una burbuja económica hinchada y los fabricantes japoneses en muy buena forma, surgió una preocupación en la industria de la automoción. Los deportivos nacionales cada vez tenían más potencia y parecía que nunca iban a tocar techo, y esa escalada podía ser peligrosa en la carretera. Había un miedo real a que esa 'carrera' de cifras terminara con más accidentes y, en última instancia, más regulación.
Y a los japoneses se les ocurrió una solución muy nipona. Todas las marcas pactaron (de manera informal) no fabricar coches con más de 280 CV. La manera en la que hoy diríamos 'vamos a llevarnos bien' para resolver de la mejor manera posible una discusión, pero sin nada escrito de por medio. Solo palabra de honor.
Y por ese motivo, el Mitsubishi 3000GT, el Nissan Skyline GT-R R34, el Toyota Supra MK4 o el Honda NSX tenían un dato en común en sus fichas técnicas: 280 CV declarados. En la práctica, la cifra era muy superior, pero ningún fabricante se atrevió a decirlo de forma oficial.

Potencia contenida... o eso parecía
Lo más divertido de este pacto de caballeros no era tanto la limitación, sino el juego del disimulo que se traían. Los fabricantes ajustaban turbos, mapas de motor o electrónica para que los coches rondaran los 280 CV sobre el papel. Pero no era muy difícil saber que, con solo tocar un par de parámetros, esa cifra se quedaba muy corta.
Algunos modelos, como el Skyline GT-R o el Lancer Evolution, entregaban más de 300 CV reales, sobre todo si pasaban por un banco de potencia fuera de Japón. La prensa internacional pronto se dio cuenta del truco y aunque todos sabían que el acuerdo existía, ninguna marca lo reconoció nunca de manera pública. Solo hacía falta comparar cifras entre modelos equivalentes de otros países para ver que algo no cuadraba.
Terminó el pacto, pero no el mito
El 'gentlemen's agreement' estuvo vigente hasta el año 2004, cuando Honda sacó el Legend con 300 CV declarados, y todo el castillo de naipes se vino abajo. A partir de ahí, el resto de marcas se olvidó de ese pacto de caballeros y comenzaron a ser más transparentes con sus cifras.
Hoy en día, algunos nostálgicos siguen buscando unidades de esos modelos, sabiendo precisamente que bajo el capó esconden mucho más de lo que promete la ficha técnica. Incluso algunos kei cars (los microcoches japoneses) siguen jugando hoy con esa idea de potencia camuflada. Una forma muy japonesa de entender la competitividad que estuvo vigente durante más de dos décadas.
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