¿VOLVERÁ EL DIÉSEL?
¿Podría anularse la prohibición de los motores de combustión planeada para 2035? Te contamos lo que sabemos hasta el momento
La demanda de eléctricos no despega, la industria está al borde del colapso por las prisas políticas y los nuevos gobiernos están empezando a decir basta. La prohibición ya no parece tan segura.

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Cuando ya dábamos por hecha la fecha de caducidad de los motores de combustión, algo ha empezado a cambiar. La demanda de eléctricos no despega, la industria está al borde del colapso por las prisas políticas y los nuevos gobiernos están empezando a decir basta. La prohibición ya no parece tan segura.
California pierde su autonomía en emisiones
Estados Unidos ha sido el primer gran escenario donde el plan de prohibir los motores de combustión ha recibido un frenazo. Hasta ahora, California tenía potestad para fijar sus propias normas medioambientales, más estrictas que las federales. Esa autonomía le permitía prohibir la venta de coches gasolina y diésel a partir de 2035. Pero eso ya no es así.
La administración Trump ha anulado esa capacidad histórica de autogobierno gracias a la mayoría republicana en el Senado con una votación, ajustada, pero suficiente (51 votos a favor, 44 en contra), que bloquea una de las legislaciones más ambiciosas en materia de emisiones de EE.UU. y deja sin efecto la hoja de ruta que otros 11 Estados planeaban replicar.
La jugada, impulsada también por la presión de grandes fabricantes como General Motors o Toyota, busca proteger a la industria estadounidense frente a una electrificación impuesta a golpe de decreto. Y no solo eso: el discurso político apunta directamente a China como beneficiaria del rumbo eléctrico, con el argumento de que depender de baterías y materias primas asiáticas debilita al sector nacional.

Europa se lo empieza a pensar mejor
Mientras tanto, en la Unión Europea tampoco está el horno para bollos. Aunque el Parlamento fijó hace tiempo el final de los coches térmicos para 2035, en los pasillos de Bruselas se habla ya de frenar, matizar o directamente tumbar esa fecha. La presión no viene solo de los lobbies del automóvil, sino de los gobiernos de Alemania, Italia y de una parte importante del Parlamento Europeo.
El Partido Popular Europeo, el grupo con más peso en la Eurocámara, ha pedido abiertamente revisar los plazos. Aseguran que es necesario “preservar la industria automovilística”, que ya está sufriendo una tormenta perfecta: coches eléctricos que no se venden, fábricas en jaque y una competencia china que juega con ventaja.
De momento, la Comisión ha dado el primer paso aflojando los objetivos de emisiones. Las metas de CO₂ que debían cumplirse en 2025 se han retrasado a 2027, evitando así que los fabricantes se enfrenten a sanciones millonarias. Es un gesto claro: la UE empieza a entender que no se puede imponer una transformación sin contar con la capacidad real de la industria… y del comprador.
El Reino Unido también frena
Y al otro lado del Canal, el Reino Unido ha seguido el mismo camino. El Gobierno ha anunciado que se retrasa la prohibición de venta de coches híbridos e híbridos enchufables, prevista inicialmente para 2030. Ahora, podrán seguir vendiéndose hasta 2035, igual que los vehículos comerciales ligeros, incluso si llevan motores diésel o gasolina.

El motivo no es ningún misterio. Las ayudas no bastan para hacer que las familias trabajadoras se cambien al eléctrico. Ni los precios bajan lo suficiente, ni la infraestructura de recarga está preparada para un salto masivo. El propio Ejecutivo británico ha reconocido que necesita más tiempo para que el mercado esté listo.
Este movimiento confirma que el calendario eléctrico empieza a resquebrajarse. Ya no es solo una batalla de fabricantes y políticos: es la constatación de que buena parte de la población no puede ni quiere asumir una transformación que no ha pedido, pero que se le había impuesto desde arriba.
¿Y ahora qué?
La pregunta del millón es si esto significa que se va a anular definitivamente la prohibición de 2035. De momento, no hay marcha atrás oficial en Europa, pero sí señales claras de repliegue. La agenda verde sigue sobre la mesa, pero ya no con la misma fuerza, ni con el mismo consenso.
Es probable que la fecha de 2035 acabe suavizándose o convirtiéndose en un objetivo indicativo más que en una norma de obligado cumplimiento. Todo dependerá de lo que ocurra en los próximos meses: elecciones europeas, nuevos informes económicos, y sobre todo, lo que dicte el mercado.
Si algo está quedando claro en este 2025 es que sin coches que la gente pueda pagar, sin cargadores suficientes, y sin un sector industrial fuerte, no hay transición ecológica que valga. La idea era buena. Pero se ha topado con varios escollos difíciles de salvar en el corto plazo.
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