El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha arrancado este viernes su campaña electoral renegando de Vox, el partido con el que ha llegado a acuerdos para gobernar en autonomías y municipios. "Aspiro a una mayoría amplia, a la misma mayoría que tiene Juanma Moreno en Andalucía, un gobierno sin condicionantes y sin intermediarios", ha afirmado el candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno en alusión al partido que lidera Santiago Abascal, a lo que ha añadido que quiere gestionar el Ejecutivo "sin ningún tipo de consideración más que el mandato de las urnas".

En este sentido, Feijóo ha expresado durante su discurso en el 'Fórum Europa. Tribuna Andalucía', en Sevilla, que no se plantean "gobernar España perdiendo" las elecciones. "Vamos a por el cambio entre todos y no damos un voto por ganado ni por perdido", ha manifestado el líder del PP, quien ha pedido que "nadie que quiera cambio se quede sin votar". "Vamos a cambiar el Gobierno votando, y quiero que no se queden en sus casa a pesar de las extravagancias del presente del Gobierno de poner las elecciones casi en agosto", ha manifestado.

En lo referente a la situación actual en Murcia, el líder del PP ha pedido "coherencia" a la ultraderecha, ya que, según ha dicho, sus votantes "no van a entender" que vote con el PSOE y Unidas Podemos contra la investidura del candidato del PP a la Presidencia de la Región, Fernando López Miras. "Vox tiene que tomar una decisión: si va a votar con el 'sanchismo' en Murcia o por el contrario, se va a abstener para que gobierne la lista que ha ganado las elecciones", ha declarado Feijóo.

Así, Feijóo ha señalado que el PP está manteniendo una postura "coherente" que se basa en el "principio básico" de permitir a Vox entrar en los casos en que sus votos son "necesarios para formar gobierno", como ha ocurrido en Extremadura y en la Comunidad Valenciana.

Además, el líder del PP ha explicado que López Miras ha ofrecido a Vox un acuerdo programático con 60 propuestas y la respuesta "de momento" es que no quieren ese pacto, sino entrar en el Ejecutivo murciano, algo que, a su entender, es un "interés político" pero "no el interés de los murcianos". "Creo que el presidente López Miras está ejerciendo lo que las urnas han decidido, que es gobernar en solitario con el 43% de los votos", ha manifestado el presidente de los 'populares' a pocas horas de la votación de la investidura del candidato 'popular'.

En lo referente al debate de este lunes con Pedro Sánchez en Atresmedia, Feijóo, que ha sido presentado en el acto por Juanma Moreno, ha asegurado que no va a recurrir al insulto, y se ha comprometido a no mentir, lo que considera "un aval" que le diferencia del socialista "sustancialmente".

Ya este jueves, Alberto Núñez Feijóo aseguró que quiere un Gobierno "en solitario" y "sin intermediarios que cobren la comisión de sus votos". Feijóo eligió Castelldefels (Barcelona) para la tradicional pegada de carteles con la que da comienzo la campaña, donde afirmó que quiere "unir a todos los españoles", y se mostró convencido de que "se puede gobernar mejor" que Pedro Sánchez, con "una política mejor".

Los "pactos de la vergüenza" de PP y Vox

El cambio de postura de Feijóo llega solo unos días después de que el líder del PP dejase claro que la ultraderecha entrará en el Gobierno si necesita su 'sí' para ser presidente del Gobierno, una estrategia que ya ha puesto en práctica en las comunidades autónomas. Y es que PP y Vox han llegado a numerosos (y muy polémicos) acuerdos de gobernabilidad en las últimas semanas. Las elecciones autonómicas y municipales abrieron la puerta de las instituciones a la extrema derecha, aupada por un PP que le facilitó unas alianzas que ya han sido denominadas como "pactos de la vergüenza" por el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.

Lo cierto es que PP y Vox han acordado introducir personajes ultras en puestos de mucha relevancia a lo largo y ancho del territorio nacional. La primera persona con este perfil en ocupar un cargo de relevancia fue Llanos Massó, que se convirtió en presidenta de les Corts Valencianes. Ultracatólica y antiabortista, la diputada enseñó en el Parlament valenciano los "tipos de pene" a Raquel Tamarit, consellera de Educación, preguntándose si los niños tenían que ver en los colegios fotos de penes de hombres adultos.

Después, llegaron Burgos, Toledo, Valladolid o Ciudad Real, donde fulminaron Igualdad LGTBI y de Género para crear una Concejalía de Familia, también en Orihuela. Sus políticas también se notan en Náquera (Valencia), donde PP y Vox acordaron retirar las banderas LGTBI y los actos contra la violencia machista.

Gabriel Le Senne (Vox) fue el siguiente nombre propio en saltar a la palestra, el elegido para presidir el Parlament balear. El president abanderaba un discurso abiertamente machista, racista y homófobo, llegando a decir que las mujeres "son más beligerantes porque carecen de pene".

Fue entonces cuando hubo alguien que parecía hacer de muro de contención frente a Vox y que dijo 'no' a la ultraderecha, aunque solo durante una semana. María Guardiola fue la abanderada del discurso contra Vox, diciendo que quería "dormir tranquila todas las noches". "No traiciono mi palabra por ser presidenta a toda costa", llegó a decir, en lo que parecía un mensaje hacia Carlos Mazón por lo ocurrido en la Comunidad Valenciana. Finalmente, el PP cedió una consejería en Extremadura y dos puestos en la Mesa de la Asamblea ante la ultraderecha.

Marta Fernández fue el siguiente nombre propio en entrar en las instituciones, la diputada de Vox machista, homófoba y racista que preside las Cortes de Aragón. Pese a intentar borrar su 'rastro' en redes sociales, se han podido recuperar sus mensajes en los que calificaba de "invasión" la llegada de migrantes a las costas españolas. "Las feministas sois las nietas de los cristianos que echaron a los moros de la Península para que pudierais pasear en tetas por la calle", aseguró Fernández, que negó el machismo y la violencia de género, siendo también negacionista del cambio climático y del coronavirus.

Vox no aparta su mirada de La Moncloa

Por su parte, Vox tiene puesto el punto de mira fijo en La Moncloa, lugar al que está decidido llegar tras las elecciones generales del 23 de julio como parte fundamental del próximo gobierno, un propósito impulso por los pactos autonómicos con el Partido Popular, al que exigirá entrar en el Ejecutivo si, como apuntan las encuestas, precisa su apoyo para dirigir el país.

Pese a que en el PP no han llegado a reconocerlo abiertamente, los de Abascal se sienten aliados imprescindibles para conformar un futuro Ejecutivo de coalición con ministros e incluso un vicepresidente de Vox, siguiendo el modelo iniciado en la Junta de Castilla y León, y replicado en otras comunidades.