El espectáculo de los miércoles por las mañanas en el Congreso es cada vez menos edificante. Y no lo digo porque Gabriel Rufián saque fotos del Rey cuando era un niño saludando al dictador Franco, no. Lo digo por algo aún peor. Nuestros políticos llevan meses manteniendo un diálogo de sordos que se pone de manifiesto en cada sesión de control parlamentaria. En las últimas semanas pierden el tiempo en sede parlamentaria respondiendo sobre asuntos que nada preocupan a los españoles. Solo sirven para calentar el ambiente.

Veamos un ejemplo de la sesión de ayer. Espinosa de los Monteros le pregunta a Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, si su afirmación de que la derecha no gobernará es un deseo o un pronóstico. Iglesias le responde que le "tenía por una persona inteligente y que no es una amenaza, que es un augurio".

Como ven, un asunto de rabiosa actualidad. Pero no queda ahí, porque este tema tan sesudo tiene pregunta, respuesta, repregunta y réplica.

El portavoz de Vox, en su segundo turno, entra de lleno en la pelea dialéctica y acusa a Iglesias y a Unidas Podemos de ser "un fraude, representar a todo lo que odian" y añade que "un poco de pasta basta para que ustedes sean parte de la casta".

La rima queda apañada pero conclusiones políticas o reflexiones para mejorar la vida de la gente, ninguna. Iglesias aún tiene que responder. Y lo hace. Con un cierto tono de enfado le dice a Espinosa de los Monteros que Vox es "el partido que promete patadas en el culo a los migrantes, a las feministas, a los republicanos, a los catalanes, a los vascos. Pero para pasar de las palabras a los hechos hacen falta agallas. Perro ladrador, poco mordedor".

Así va pasando la mañana, entre ofensas, insultos, abucheos y bronca. Mucha bronca. La gran mayoría utiliza esta cita política semanal para echarse los trastos a la cabeza con unas formas más que dudosas. Hoy Meritxell Batet, harta de apilar sesiones que se convierten en el peor ejemplo de convivencia, ha pedido respeto, contención y capacidad para escuchar al discrepante. Les ha venido a decir que no es necesario montar un circo cada vez que escuchan algo que no comparten. En definitiva, ha dicho Batet, "les pido educación. Educación es todo lo que les pido", ha concluido casi rogándoles a los diputados que mantengan las formas.

Si la tercera institución del Estado está pidiendo a los 350 diputados lo más básico entre las normas de una sociedad, ¿cómo queremos que pacten algo crucial y determinante para el futuro de este país?

Alguien tendría que darle al stop, parar el descontrol y empezar de cero.