Los periodistas lo llamamos la rueda del hámster. O pedaleo. Cuando los políticos hablan pero no dicen nada solemos bromear con que seguimos subidos a la bici. Ahí nos han tenido. Dando vueltas a lo mismo, sin rumbo fijo. Sin que nada se resuelva. Sin llegar a ninguna conclusión. Sin que nada avance. También pueden ustedes llamarlo postureo.

Propuestas de última hora. Políticos movidos por las encuestas que les desangran. Generando expectativas que a ningún sitio iban y a ningún sitio han ido. Volantazos. Virajes. Pactos que eran imposibles y que in extremis se presentan como la salvación. Todo forma parte del guión. Del electoral. Porque desde que fuimos a votar el 28 de abril ningún partido político ha dejado de pensar que la repetición electoral era una posibilidad real. Todos se han movido guardando la ropa.

De hecho, no han tardado nada los partidos políticos en ponerse en campaña. Se les da de lujo. Tienen experiencia. Ni tan siquiera el Rey había anunciado que no había candidato para una investidura y todos los líderes ya estaban hablando de culpas y responsabilidades ante la repetición electoral.

Para Casado el culpable es Sánchez. Que ha tenido varias ofertas encima de la mesa y ninguna ha querido. Casado se presenta como el líder que no ha cambiado su posición. Cierto. Dijeron que no harían presidente a Sánchez y lo han mantenido. Respetuoso con el PSOE pero no con su proyecto. Acusa a Sánchez de fracasado. Lo cierto es que en el PP llevan meses recolocándose por si volvían a las urnas. Llevan tiempo instalados en un intento de moderación y saben que van en la buena dirección y que pueden recuperar al votante que se marchó a Vox buscando esencias pasadas.

Pablo Iglesias tampoco duda. Y también habla del mismo responsable. Cree que Sánchez nunca quiso un acuerdo con ellos. Que siempre buscó un pacto con Cs que nunca llegaba. Que prefería a Rivera y que, mientras tanto, ha jugado con ellos sin convicción. Sin querer el acuerdo o, al menos, dicen en Unidas Podemos, sin querer negociar de verdad. También es cierto que no todo ha sido unidad en Unidas Podemos. Aunque se hayan presentado como una piña, lo cierto es que algunos no querían el acuerdo con el PSOE. Confesando incluso en privado que preferían un Gobierno de PSOE y Cs y pasar a la oposición. Ha habido mucho debate interno en la formación morada. Tenían claro que mejor unas elecciones ahora que dentro de unos meses con un PSOE culpándoles día sí y día también de no dar estabilidad al país.

Albert Rivera impuso un cordón sanitario a Pedro Sánchez. Desde el principio. "No es no", decía el líder de Cs. Tan tajante fue que parecía imposible que cambiara de opinión. Ha hablado de Sanchismo. De la banda. De sus socios etarras y golpistas. "Tiene un plan y tiene una banda", decía Albert Rivera. El mismo Rivera que esta semana se ha mostrado dispuesto a hacer presidente a Pedro Sánchez. En Cs dicen que es un movimiento responsable ante la situación de bloqueo, pero lo cierto es que llega justo en el momento en el que varias encuestas vaticinan una caída de Ciudadanos. Un movimiento táctico en el que mantiene las banderas que le dejaron a muy pocos votos del PP, constitucionalismo, Cataluña y el 155, pero con el que renuncian al cordón sanitario que ellos mismos impusieron a Sánchez. Rivera ha pasado de decir que no tenía nada que hablar con Pedro Sánchez a pedirle una reunión urgente. Todo a pocas horas de la convocatoria electoral.

Y llega Pedro Sánchez. Y sus 123 diputados. Unidas Podemos quería un Gobierno de coalición. Sánchez, no. ¿Por qué? Hablan de la desconfianza pero detrás hay varias teorías. La primera y más importante es que Unidas Podemos no le garantiza a Sánchez la aprobación de unos presupuestos. Es la ley más importante de una legislatura, la que ofrece estabilidad a un Gobierno. Sánchez e Iglesias hubieran necesitado a ERC para aprobar las cuentas de 2020. Decisión que los republicanos de Cataluña tendrían que tomar después de la sentencia del juicio del 'procés', prevista para octubre. ¿Apoyaría ERC unos presupuestos socialistas después de una condena? ERC ya tumbó las cuentas de Sánchez para 2019 y Sánchez tuvo que convocar elecciones. No quiere que se repita ese escenario. Moncloa ha preferido renunciar a un acuerdo con Unidas Podemos y probar suerte en unas nuevas elecciones. Aspira a que ERC no tenga un papel determinante. Aspira a no depender de los independentistas. Además, las encuestas le son favorables y confía en crecer.

Aspira a más cosas Pedro Sánchez. A que Cs rectifique su posición y acepte un pacto con el PSOE. Ambos partidos, ahora mismo, superarían la mayoría absoluta. No necesitarían a ningún partido más para sacar adelante ninguna ley. Estabilidad asegurada. Si Sánchez no ha explorado esta opción es porque Rivera no ha querido.

Y tiene una última aspiración Sánchez a partir del 10 de noviembre. Que si sigue el bloqueo, el PP acabe absteniéndose para evitar unas terceras elecciones. Que los populares les devuelvan el favor.

Porque sí, lamento decirles que tarde o temprano alguien hablará de las terceras elecciones. Hemos bajado de la rueda del hámster, pero la rueda sigue ahí, esperando.