Querido/a/e periodista-activista:

De antemano, te pido disculpas por invadir la burbuja en la que vives y trabajas, ideada para hacer de este mundo un lugar mucho mejor, pero necesitaba decirte unas cuantas cosas ahora que laSexta me deja esta ventana desde la que asomarme una vez por semana.

Hubo un tiempo en el que los profesionales de la información eran sólo eso: profesionales de la información. Ni siquiera a los periodistas deportivos se les notaba de qué equipo eran cuando escribían sus crónicas porque eso formaba parte de su esfera privada. En un tiempo no tan lejano, seguramente tú ya andabas en este mundo, los periodistas políticos se limitaban a informar de lo que ocurría en el parlamento o de lo que se cocía en los distintos partidos, pero no se desgañitaban en tertulias para dejar claro cuáles son sus colores.

En ese tiempo, no te preocupes, el mundo no era tan gris y tan plano como te estás imaginando. También había periodistas que opinaban: escribían columnas y artículos y opinaban en la radio y en la televisión. Pero cuando lo hacían dejaban claro que aquello era opinión, no información. Y nadie, ni el oyente o el lector más torpe, confundía una cosa con la otra.

Algún viejo maestro del oficio dejó escrito que no se puede ser activista y periodista al mismo tiempo, porque no serás un buen periodista ni un buen activista. Cosas de viejos, ideas anquilosadas, pensarás tú, que desde que llegaste al mundo de los medios con tu blog eres un ejemplo de periodista-activista. Tú, que con cada tuit y con cada artículo en el diario digital –verdaderamente libre e independiente, donde se puede leer lo que los grandes medios ocultan– en el que escribes ayudas a librar al mundo de fascistas o comunistas, de invertidos o machirulos, de chusma inmigrante o fachitas con pulseras. A ti te van a decir que no se puede ser periodista-activista. A ti, que tienes tropecientos mil seguidores en redes que te jalean, te retuitean, dan likes y ríen tus gracias o hablan de ti como el que "dice verdades como puños" o "ya era hora de que alguien se atreviese a contarlo". A ti, que cada vez que vas a un programa de televisión, "arden las redes" y dices cosas "que no van a dejar indiferente a nadie". Claro que se puede ser periodista-activista y hasta vivir muy bien de ello.

Ese viejo maestro del oficio y los que pensamos como él –no te preocupes, nos vamos extinguiendo; la biología y los EREs se encargan de ello– estábamos equivocados, estimado periodista-activista. Eso sí, antes de que no quede ninguno, te voy a dejar por escrito alguna recomendación, que estoy seguro de que no seguirás:

Que Pablo Echenique u Ortega Smith te dediquen un tuit en el que critiquen algo que has hecho o dicho no te convierte en Harvey Milk, Primo Levi o Aleksandr Solzhenitsyn (busca en Wikipedia quiénes eran) ni nada parecido, por mucho que tú y tus seguidores os esforcéis en que lo parezca.

España es un país libre, una democracia plena y un lugar en el que se puede escribir y hablar tranquilamente. Si alguna vez tienes que ir a un juzgado porque en tu trabajo alguien ha creído ver algo delictivo o que ha dañado su imagen, preséntate ante el juez con naturalidad y sin alharacas. Una demanda civil o una denuncia penal no te convierte en un preso de conciencia ni transforma España en una dictadura.

Precisamente, como no has conocido una dictadura, ni nadie te ha perseguido, ni has vivido bajo la amenaza de una guerra, ni has tenido que huir de tu casa, has desarrollado una piel finísima, que tiende a confundirlo todo, a sentirte permanentemente atacado y a creer que las redes sociales son Verdún en 1916 (búscalo también en Wikipedia). Uno puede ser periodista y distinguir muy bien a los verdaderos hijos de puta, que no eran tus antepasados que se pasaron por la piedra a unos cuantos indígenas en América o los que anduvieron en los tercios de Flandes. No, a los verdaderos hijos de puta los tienes bien cerca. Este fin de semana, sin ir más lejos, han hecho apariciones estelares en Euskadi y en Madrid. Unos, jaleando a un asesino en serie; otros, intentando hacernos retroceder cuarenta años en materia de derechos civiles. Si sólo ves hijos de puta en un lado, enhorabuena. Eres un verdadero periodista-activista.

Atentamente.