En el contexto de la alimentación, siempre hay algunos alimentos que cargan con la fama de "engordar" y, aunque sean de los que más nos gustan, muchas veces tratamos de excluirlos de nuestros menús siguiendo estas creencias, muchas veces erróneas. Uno de ellos es la pasta, aunque puede hacerse extensivo en general a los alimentos ricos en hidratos de carbono como también son las patatas.

Los juicios absolutistas con la comida suelen ser siempre más erróneos que ciertos, salvo contadas excepciones, como, por ejemplo, el alcohol, que la recomendación de salud siempre será cero gramos (otra cosa es que se permita en ciertas circunstancias, pero no por motivos de salud o de que aporten nutrientes interesantes).

En el caso de la pasta, y por ende de los hidratos de carbono, debemos tener antes en cuenta varias consideraciones. En primer lugar, respecto a los hidratos de carbono, debemos recordar que es un macronutriente y que, como tal, cumple un cometido dentro de la dieta antes de tacharles de "engordar". De hecho, si miramos el número de kilocalorías por gramo, aportarían la misma cantidad que las proteínas: 4 kcal por cada gramo. Comparado con las 9 kcal por gramo de las grasas o las 7 kcal por gramo del alcohol.

Es verdad que las calorías de los hidratos de carbono son utilizadas en el cuerpo fundamentalmente para la producción de energía y, respecto a las calorías aportadas por las proteínas, estas se usan más para sintetizar estructuras del cuerpo, incluyendo células del sistema inmunitario, por ejemplo. Pero aún y con esas, no podemos achacar directamente a este nutriente el que una persona suba o baje de peso o de cantidad de grasa corporal acumulada en los adipocitos de nuestro tejido graso.

Además, centrándonos en la pasta, esta no es solo hidratos de carbono. Además de este nutriente también aporta proteínas y una pequeña proporción de grasas. A este hecho se suma que solemos consumirla cocida, por lo que absorbe agua al cocinar, a parte de las vitaminas y minerales que por sí sola aporta. La diferencia fundamental se encuentra en si la pasta es integral, es decir, está hecha con harinas que tiene toda la parte de la semilla del trigo, o es refinada, donde solo se ha hecho harina con el endospermo del trigo. La primera, al incluir la cáscara (salvado) y el germen, tendrá incluso muchas más vitaminas y minerales.

También debemos tener en cuenta las recomendaciones de macronutrientes, donde, dependiendo de la actividad física que realicemos de forma frecuente, puede llegar a recomendarse hasta un 50% de hidratos de carbono como fuente de calorías. Eso sí, siempre, como hemos dicho, de calidad. Dicho de otra manera, integrales.

Cuando se evalúa la alimentación o el menú de un individuo, siempre hay que hacer también un análisis del contexto de consumo de cada alimento. Reflexionando, ¿qué hace que un plato de pasta tenga demasiadas calorías? ¿La pasta en si o las salsas que lo acompañan? En la gran mayoría de preparaciones, la segunda opción suele ser la responsable. No es lo mismo unos tallarines a la carbonara a base de nata (si me lee algún italiano, además, dirá que eso no es carbonara, si no que se hace con yema de huevo y queso), que una ensalada de pasta.

Vistos estos motivos, eliminar la pasta directamente esperando una bajada de peso, puede que sea un error que, además de desequilibrar la dieta (porque el hueco de la pasta lo "llenamos" con otros alimentos, que, incluso, pueden ser peores), puede que no consigamos reducir el número de la báscula. Porque ese no era el problema.

Sí debemos tener en cuenta la porción de pasta que debemos comer en función de nuestra actividad física, además de siempre consumir pastas de harina integral. También miremos, como hemos visto, qué acompaña a esa pasta. Lo ideal es que sea acompañada de verduras. Muchas verduras. Y de proteína magra, ya sea de origen animal, como carnes blancas o pescados, o de origen vegetal, como legumbres, frutos secos o incluso tofu.

El caso de la pasta es otro ejemplo más de cómo confundimos conceptos y, muchas veces, el foco que hacemos a nuestra alimentación para mejorarla es erróneo. De ahí que muchas personas, cuando les planteas un menú o dieta, se sorprendan cuando ven pasta o incluso pan. Integral, eso sí.