Ya nos lo advertían lo meteorólogos: el jueves llegaba una ola de calor con temperaturas de hasta 40 grados en toda España, y nos va a acompañar hasta el domingo. Un exceso de temperatura que se nota, y mucho, en todos los sentidos. Desde un peor descanso por las noches, a un mayor cansancio durante el día que, incluso, puede llegar a afectar al rendimiento cognitivo en el trabajo y para los estudiantes que aún están con exámenes o con la famosa EBAU.

La teoría nos la sabemos: estar en lugares frescos y bien climatizados, beber abundante cantidad de líquidos, taparnos la cabeza si salimos a la calle, vestir con ropa holgada y ligera para que podamos traspirar, no excedernos en el consumo de alcohol y café porque, más que hidratar, deshidratan, no hacer deporte en las horas de más calor del día, y, como siempre y durante todo el año, seguir una dieta adecuada.

¿Influye la dieta en la sensación de calor?

El sentido común y la sabiduría popular ya nos avisan que la sensación de calor aumenta según lo que comamos o dejemos de comer. De hecho, la ciencia lo que ha hecho es corroborar esto que ya sabíamos simplemente por nuestra experiencia como especie animal. Una revisión de estudios científicos de la Universidad de Toronto evidencia que comer tiene efectos termogénicos, de tal manera que el calor no solo afecta al apetito que tengamos, sino que lo que comamos puede afectar a nuestra sensación de calor.

Es decir, que lo que comemos también nos proporciona calor. Tal es así, que algunos estudios en animales han visto que la diferencia de temperatura corporal entre un animal recién alimentado y otro que no ha sido alimentado, en la misma jaula, en la misma habitación, al mismo tiempo, pueden tener una diferencia hasta de 5 grados. Casi nada con la que está cayendo.

Podríamos pensar que esto solo les pasa a los animales con los que experimentan. Pero otro estudio publicado en una prestigiosa revista científica, como es la British Journal of Nutrition, confirma que esto también nos pasa a los humanos. De hecho, en el estudio descubrieron que aumentan en un 50% la cantidad de grasas de la dieta se aumentaba un 47% el efecto térmico de la alimentación sobre el cuerpo. Concretamente, en este experimento se vio que comer carne picada con tomates guisados elevaba, de media, 2 grados la temperatura de la piel una hora después de haber comido.

El efecto de la alimentación sobre nuestro calor corporal se debe a que ésta hace que disipemos el calor a través del sudor, y, con ello, baje nuestra temperatura corporal frente a la temperatura ambiental. Pero tenemos que tener en cuenta que para mantener una buena regulación de la temperatura es necesaria una buena hidratación, a través de líquidos y alimentos, para reponer los líquidos que perdemos con el sudor.

Por esto, y por este efecto, hay alimentos que hacen que nuestra temperatura corporal aumente y otros que ayudan a que disminuya. Aunque, en el fondo, no es más que la explicación de lo que hemos estado viviendo desde que el hombre es hombre cada vez que llega el verano y tenemos que sentarnos a la mesa.

Alimentos para combatir el calor

La estrategia contra el calor es sencilla: rehidratar y refrescar. Es decir, el objetivo en estos días es buscar alimentos que sean capaces de ayudarnos a reponer los líquidos que perdemos cada día, así como a que nuestra temperatura corporal baje lo más posible para tener una menos sensación de calor. ¿Cuáles pueden ser nuestros aliados?

Sandía

Casi el 80% de la composición de esta fruta es agua, por lo que es un gran aliado para mantener nuestra hidratación. Pero, además, es uno de esos alimentos que ayuda a que la temperatura corporal disminuya, por lo que tenemos un 2 por 1 para este verano. Además, nutricionalmente es muy rica en vitaminas como la A, C o algunas del grupo B, potasio y fibra. Y, al igual que el tomate, es rica en licopeno, un gran antioxidante.

Rábano

Aunque no es la primera verdura que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en alimentos hidratantes y refrescantes, la verdad es que también es muy rica en agua. Casi 95 gramos de agua cada 100 gramos de rábano, lo que nos va a ayudar también a hidratarnos y reducir el calor corporal. Además de aportarnos vitamina C y antioxidantes.

Guindillas

Su efecto picante debido a la capsaicina es un gran remedio para generar sudoración. Algo que puede parecer contraproducente para el calor. Pero no debemos de olvidar que el sudor cumple una función fisiológica clave para mantener la temperatura corporal, ya que, cuando se evapora, ayuda a enfriar nuestro cuerpo. Por eso el picante es también un gran aliado en los días de más calor.

Moras y frambuesas

Y en general todos los frutos rojos son ricos en unas sustancias llamadas antoxianinas, las cuales son unos pigmentos que dan sus característicos tonos rojizos a estas frutas. Además, esta sustancia disminuye la tensión arterial, son antiinflamatorias y facilitan la vasodilatación, lo que ayudaría también a bajar la temperatura corporal. Y, por supuesto y como buena fruta que son, son ricas en agua, por lo que también ayudan a la hidratación y a reponer los líquidos que perdemos estos días.

Y como no, agua, agua y agua. Ni café, ni te, ni cerveza ni refrescos. El agua es la gran aliada para evitar un golpe de calor y que nos deshidratemos. Sobre todo, para niños o ancianos que pueden tener el sentido de la sed alterado y, cuando la sienten, puede ser demasiado tarde. Puede parecer obvio, pero no van a ser ni uno ni dos los casos que se verán en hospitales de deshidratación.