Se lamentaban esta semana Aznar y Pablo Casado por la fragmentación entre el PP, Vox y Ciudadanos y apelaban a la unidad entre estos tres partidos hablando del "centro derecha". Me pregunto cómo puede sumar en el centro un partido como el de Abascal, que acababa de llamar "enfermos" a sus rivales políticos por sus "apetitos sexuales marxistas". El diputado del Congreso y concejal del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Fernández, defendía el veto parental en las aulas exigiendo a la izquierda "apartar sus sucias manos" y no "adoctrinar a los hijos para convertirlos en enfermos como ustedes". Si el enfermo no es él, al menos la fiebre le había subido unas cuantas décimas.

La enfermedad en política es tener que soportar a estas alturas el discurso contra los homosexuales, las mujeres, los inmigrantes o las víctimas de la guerra. Un día Vox considera "denigrantes" las fiestas de los gais, otro afirma que "las mujeres tienen derecho a cortarse el pelo, pero no a abortar", dicen que "la violencia de género no existe", señalan a los menores migrantes acusándoles de violencia sin prueba alguna, proclaman que "las 13 rosas violaban" y así sucesivamente. Ahora, en pleno 2020, nos encontramos defendiendo la libertad en las aulas, de los niños, de los docentes y de leyes conquistadas. Pero los enfermos somos todos menos ellos.

Vox vincula la aprobación de unos presupuestos a la censura previa en los centros educativos, porque hace tiempo que nos dijeron que "a nuestros niños se les obliga a cursillos donde dicen que tienen que probar a ser niña, nuevas prácticas sexuales y les hablan de zoofilia"… Ya saben, andan marxistas pervertidos por las aulas, que pervierten a los menores, para que después perviertan al perro cuando lleguen a casa, para que después Rocío Monasterio pueda decir que adónde vamos a llegar y para que después el tal Fernández proclame en el Ayuntamiento de Madrid que los rojos quieren "hijos convertidos en enfermos como ustedes". Me pregunto qué síntomas conocerá él para hacer tal diagnóstico.

Puestos a diagnosticar, José María Aznar alertaba el mismo día de que, con el nuevo gobierno, al que llama "frente", estamos "ante un sistema de cambio de régimen, como en la II República". Casado, en el mismo acto, afirmaba que "el régimen narcodictatorial de Venezuela tiene agarrado por la solapa" al Ejecutivo y que "jamás ha habido un Gobierno de España que dependa de un régimen dictatorial". No hay que irse tan lejos. Para dependencia, depender de los nostálgicos del franquismo para aprobar unos presupuestos en Murcia, bajo el chantaje de censurar y retroceder en la enseñanza pública. No estamos en un cambio de régimen, sino ante una amenaza reaccionaria. Cuidado con el contagio. Más vale prevenir que curar.

Quienes pretenden volver atrás en derechos y libertades, hoy van contra los expertos académicos, los docentes, los padres y los niños que merecen una educación de este siglo, como ayer señalaban a las mujeres, los gais o los inmigrantes y mañana volverán a defender el ayer, porque lo suyo es simplemente el ayer. Y encima llaman enfermos a los demás. Es como hacer el reconocimiento médico y no detectar una mala digestión por empacho de dinero iraní, mientras pasan por tu cabeza imágenes de niños que vienen de las clases de marxistas perversos y persiguen a la mascota por casa para hacer los deberes al grito de comunismo o muerte.