Algunos partidos políticos y también algunos medios de comunicación critican estos días a Pedro Sánchez por cuestiones varias. Seguramente, cuando todo esto pase, podremos valorar lo que está ocurriendo, lo que están haciendo nuestros dirigentes, con algo más de perspectiva. Sin embargo, creo que el Presidente del Gobierno acierta con sus mensajes más crudos. Comparecer ante los españoles para decir que vienen días "muy duros", que "lo peor está por llegar", que "el riesgo está en todas partes", que "el número de contagiados y fallecidos va a aumentar" y que tenemos que estar preparados psicológicamente para lo que nos espera, me parece adecuado.

Llevamos una semana confinados en nuestras casas y nos quedan, al menos, tres más. No vemos todavía que esto se traduzca positivamente en las cifras y corremos el riesgo de creer que quizá esto no esté sirviendo para nada. Si Sánchez hubiera optado por un mensaje algo más optimista, los números le estarían quitando la razón a las pocas horas. Es vital no bajar la guardia y para eso, todos debemos ser muy conscientes de la situación y de la responsabilidad que tenemos. También los que ahora mismo disfrutamos de un buen estado de salud. Por lo tanto, me alegro de que el Presidente del Gobierno cuente las cosas tal y como son, sin paños calientes.

Como digo, tiempo habrá de echar la vista atrás y analizar qué fallos se cometieron o si hubo falta de previsión. Hasta entonces, los mensajes duros son necesarios y las comparecencias también. Se ha criticado mucho a Sánchez por la excesiva duración de sus ruedas de prensa, por utilizar parte de ese tiempo para justificarse o por la falta de autocrítica y de empatía. Tampoco comparto esos reproches. Cuando los políticos no hablan, porque no hablan. Y cuando hablan, porque hablan. Prefiero el exceso de explicaciones, en este caso. Yo también pensé en sus primeras comparecencias que Sánchez parecía excesivamente frío. Pero una persona que tiene que afrontar semejante desafío y que además, lo está viviendo en sus carnes con el contagio de varios miembros de su familia, se merece también cierto margen para el desconcierto y la imperfección. Yo solo le pido que lo haga lo mejor posible. Y en el futuro, cuando estemos todos bien, ya volveremos a recuperar esa afición tan nuestra de atizarnos sin medida. Así lo veo yo.