En una escena de Brexit, la película, el estratega de la permanencia en la Unión Europea durante el referéndum se indigna cuando le dicen que Dominic Cummings, el asesor encargado de la campaña del Brexit, es un genio de la estrategia por lograr que sus campañas tengan éxito por decir cosas sin sentido y expandir mentiras grotescas: "Se me está acabando la paciencia con esa patraña intelectual de que la bazofia pseudointelectual de Cummings es algo más que bazofia pseudointelectual".

En los análisis que la izquierda hace de la extrema derecha asoma un complejo de inferioridad que tiende a considerar cada acción de los posfascistas como una genialidad estratégica y táctica sin coger distancia y asumir que en multitud de ocasiones se tratan de acciones erráticas y ridículas que se aproximan más a una pataleta infantil coordinada o a un lamento patético. Un lloro vergonzante al que solo se puede asistir como espectador con las manos tapándose la cara pero abriendo un poco los dedos para no perderse el espectáculo como si de una película de miedo se tratara. Una de esas escenas la vivimos ayer mismo con Manuel Mariscal, diputado del Congreso de VOX, y responsable de redes del partido, con una campaña de denuncia a Twitter y al Gobierno que insulta la inteligencia de cualquiera con capacidad para masticar y caminar a la vez, pero que indica cuál es la idea de raciocinio que en VOX tienen de sus propios militantes y de seguidores.

Manuel Mariscal denunciaba que la cuenta oficial de VOX estaba inactiva debido a que Twitter la había limitado temporalmente por incitar al odio con un mensaje que acusaba al PSOE de promover la pederastia. Y se extrañan, una buena noticia, ya era hora que se hiciera. A ver si la Fiscalía toma nota. Mariscal, que es un simple forocochero con complejos de incel más que un gurú de las redes, ha comenzado una campaña en la misma red de Twitter para denunciar censura en Twitter. La falta de riego tiene estas cosas. El objetivo no era más que victimizarse una vez más cuando no tienen capacidad para cumplir una mínima serie de normas establecidas por la empresa norteamericana. Los posfascistas de VOX no son nada sin ser víctimas fingidas, necesitan constantemente transmitir la idea de que son siempre vapuleados por normas que les restringen sus movimientos. Una vez más, lloros, lamentos y pataletas. Hacerse fotos con cascos de conquistadores y tercios de flandes para acabar pareciéndose a plañideras pidiendo casito.

El absurdo de VOX ha llevado a aseverar que la denuncia para la limitación de su cuenta de Twitter se ha debido a que el gobierno se lo ha pedido a la multinacional americana. Tiene que ser terrorífico vivir en el mundo de quien se crea sus soflamas. La conspiración siempre tiene que estar presente en el insulto a la inteligencia que son todas sus campañas, están ahora inmersos en una diatriba contra Newtral y Maldita como agentes verificadores de Facebook. Llegan incluso a denunciar las publicaciones que desmienten sus bulos a las propias redes que dicen que les censuran. No pueden soportar que se marquen como noticias falsas sus noticias falsas. Si VOX no atentara contra la realidad no existiría, son una religión más que un partido, y sus seguidores miembros de una secta que en cuanto los hechos no se aproximan a su concepción del mundo activan la disonancia cognitiva para encontrar una explicación conspiranoica que les permita vivir en su mundo de hombre blanco reprimido y zaherido por normas de progres que quieren volverle homosexual.

Los análisis de las fortalezas de la extrema derecha y los diagnósticos precisos son necesarios para establecer los modos de abordar la mejor manera de enfrentarse a este movimiento tóxico. La urgencia histórica obliga a comprender sus estrategias y actitudes de la mejor manera posible, y discernir estos procesos de intoxicación también forma parte de la comprensión del movimiento. Pero no nos engañemos, a veces lo que hacen son simplemente gilipolleces sin sentido. Estrategias y acciones erráticas, disfuncionales y marginales que no merecen más que compasión y cierto pudor. Sobre todo por Manuel Mariscal. Un pobre hombre que solo sirve para expandir basura y odio, un personaje triste y lleno de complejos que tiene serios problemas para establecer conversaciones adultas en el mundo real con gente que no está acostumbrada a consumir su bazofia pseudointelectual.