No es que las expectativas sobre lo posible estuvieran muy altas al respecto de la capacidad transformadora que pudiera tener la presencia de Unidas Podemos en el gobierno en general y un ministro comunista en Consumo en particular. Menos era nada. Aunque al menos tendrían que esforzarse en no estrechar los márgenes de lo posible. Porque pronto empiezan a ahogar las expectativas optimistas de quienes tuvieron cierta ilusión al entrar en un gobierno por primera vez desde la II República. Anunciar medidas sobre la regulación del juego online y las casas de apuestas que lo único que consiguen es cabrear a los propios y no molestan lo más mínimo a los que pretenden regular es una decisión poco inteligente. Hay decisiones que logran quebrar la confianza que se ha dado a este gobierno y el apoyo cerrado de quienes, aún teniendo dudas, han cerrado filas por responsabilidad.

Limitar los bonos de captación y fidelización a 100 euros y excluir los partidos de máxima audiencia de la prohibición de incluir publicidad no se corresponde con considerar las apuestas y la ludopatía un problema de salud pública. Es, por el contrario, asfixiante e inmovilizante. Una broma de mal gusto que no tiene pase. Un ministerio como el de Consumo, con las escasas atribuciones que le corresponden, tiene como principal objetivo, casi exclusivo, la regulación ambiciosa del sector del juego. Es su caballo de batalla. Los simpatizantes de su formación, la gente de los barrios, habían aceptado el hecho de que Alberto Garzón fuera ministro de un gobierno del PSOE en un ministerio de tan escaso calado por el simple hecho de acabar con lo que para las clases populares más militantes se había convertido en el principal enemigo de sus barrios. Hay una frase que recorre cualquier espacio de militancia: "Las casas de apuestas son la heroína de nuestro tiempo". Por eso lo que en otras circunstancias hubiera sido inaceptable se toleró, a la espera de que el ministerio de Garzón lograra a una regulación ambiciosa que pusiera coto a este problema. Lo anunciado es decepcionante.

Nadie pretendía la nacionalización de las casas de apuestas para convertirlas en bibliotecas, pero si la presencia de un ministro comunista no tiene fuerza ni para prohibir los bonos y la publicidad de manera íntegra es mejor salir del gobierno y volver a las asambleas. Porque renunciar a una oposición de izquierdas combativa a cambio de un bono de 100 euros en Codere es la operación más ruinosa del Partido Comunista desde Paco Frutos. La presencia en el gobierno no tiene sentido si se hace el ridículo en cuestiones de vital importancia para los tuyos.

Las contradicciones son uno de los cuchillos en las costillas que cualquier marxista tiene que afrontar en un sistema como el que vivimos. Quien más y quien menos vive de manera cotidiana con ese puñal lacerando el costado, para muchos militantes comunistas la entrada en el gobierno aumentó las molestias y el dolor. Pero ayudaría a hacerles más llevaderas las contradicciones que implica aceptar las medidas de un gobierno que no sienten como el suyo que en lo que respecta al ministro comunista del gabinete al menos no echara sal en las heridas de quienes están bregando en las calles, barrios y asambleas para lograr la desaparición de las casas de apuestas. Cuidarse es también eso.