La clase social siempre ha sido un factor determinante en la historia urbana y política. El primer acto electoral de Falange en febrero de 1936 buscaba romper esas fronteras urbanas que determinaban la presencia política de cada formación en los barrios burgueses o populares. Para ello José Antonio Primo de Rivera organizó dos mítines unidos por una marcha de sus líderes. El primero se organizó en los Cines Padilla, del burgués barrio de Salamanca, y el segundo en los Cines Europa, del proletario barrio de Cuatro Caminos. La acción simbólica era una declaración de intenciones que expresaba la determinación en abandonar los distritos ricos y conquistar los reductos de la izquierda. Esta anécdota está incluida en el trabajo doctoral de Carlos Hernández Quero, el nuevo portavoz adjunto de Vox en el Congreso, y que es el encargado de romper las actuales fronteras urbanas populares para cambiar el color del mapa electoral y pintarlo de verde.
Vox comienza la marcha de los barrios pijos a los obreros. Y lo está haciendo bien. La sustitución de Javier Ortega Smith forma parte de la dinámica de sustitución de la rama ultraliberal por la identitaria más próxima al lepenismo, en su caso no por formar parte de esa estrategia económica, sino por las afinidades personales y por tener un perfil anacrónico no muy compatible con los intentos por renovar el partido y modernizar la formación.
Carlos Hernández Quero es quien le sustituirá. El nuevo portavoz es un historiador de 34 años que simpatizaba con formaciones de extrema derecha tradicionales como el MSR, de perfil mucho más obrerista, y con un discurso mucho más formado, eficiente y punzante. Una apuesta de Kiko Méndez Monasterio que tiene como objetivo girar al partido a una estrategia chovinista del Estado del bienestar que apunte al corazón de la izquierda y que busca robarle apoyos y romper la dinámica de bloques para conseguir transgredir su techo electoral erosionando la base electoral del PSOE y seducir a algunos comunistas desencantados como fue norma en la Francia desindustrializada. Eso es algo que siempre buscó Vox, pero en lo que nunca creyó de manera firme para tomarse en serio los perfiles, discursos y políticas sin ser capaces de pasar más allá del meme como fue poner a Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio abriendo la campaña electoral para unas europeas en un taller de carpintería como si fuese atrezzo. Los pijos se ven pijos aunque se disfracen con guantes de obra.
La tesis doctoral que Carlos H. Quero escribió, 'El desborde de la ciudad liberal cultura política y conflicto en los suburbios de Madrid 1880-1930', es de obligada lectura para cualquier interesado en la política urbana y las clases populares y que tendría que estar presente en los grupos de estudio de la izquierda institucional que quieren estar prevenidos ante la estrategia de la extrema derecha. No se trata de copiar a los ultras, sino de conocerlos para tapar los huecos que pueden ser ocupados. Porque en eso siempre han sido muy buenos, explotar los puntos ciegos y rellenarlos. En una parte de su tesis dice: "No es esta, sin embargo, una historia de dirigentes, sino de prácticas políticas y de su relación con el espacio urbano, por lo que analizaremos algunas estrategias desplegadas por los falangistas para disputar la hegemonía que sindicatos y partidos de izquierda disfrutaban en las calles de los suburbios". Porque sí, lo que Carlos H. Quero está intentando es disputar la hegemonía de la izquierda en los barrios populares. Ese es su cometido y para eso le han ascendido en Vox. Profesores del tribunal de tesis de Carlos Hernández Quero califican al diputado de Vox como un tipo "brillante" que se cree José Antonio Primo de Rivera. El miembro de la formación ultra ha narrado en entrevistas con cierto rencor su salida del grupo de investigación de Historia Urbana de la Universidad Complutense de Madrid que él asegura que se produjo por motivos ideológicos. No sé si fue el motivo de su salida, pero es innegable que su perfil político es extraño en un grupo como el de Historia Urbana en la Complutense atendiendo al resto de componentes.
Cada vez que alguien de la izquierda institucional se me ha acercado para preguntarme por la manera de confrontar a la extrema derecha y a Ayuso, siempre he expresado lo mismo, generar un discurso de desagravio para las clases populares del sur de Madrid dejando en evidencia que son ciudadanos de segunda. Una especie de nacionalismo sureño que apela a la desigualdad estructural y el abandono que lleva sufriendo de manera histórica por la derecha madrileña. Ese es el centro del discurso de Carlos Hernández Quero, que abandona el racismo y la seguridad como núcleo del debate para dejarlo como accesorio y complementario y buscar el mismo objetivo desde distintos frentes que sí son compatibles con la sensibilidad de votantes de la izquierda tradicional.
Carlos Hernández Quero ha sido visto muchas veces en la Asamblea de Madrid porque es uno de los encargados, el principal, de liderar una estrategia discursiva que busque los resquicios a la política de Isabel Díaz Ayuso. Su discurso en Aluche, en la campaña que ha lanzado Vox para invadir los barrios y las poblaciones del cinturón rojo del sur de Madrid, va dirigido contra la "miamificación" de Madrid que busca la atracción de capital extranjero, fondos buitres y multimillonarios que conviertan Madrid en sede del "cosmopolitismo" contrario a los intereses de los ciudadanos de Madrid que el diputado de Vox siempre nombra con topónimos castellanos. Apunta hacia los que vienen de Rabat, pero también de México y China. No discrimina entre aquellos que vienen de fuera a competir con los recursos con los autóctonos. El enfoque de Carlos H. Quero es difuminar el racismo del discurso contra la inmigración pobre integrando en el discurso el repudio a los capitales extranjeros haciendo masticable la llegada a Vox de votantes desencantados de la izquierda que necesitan una justificación y una pasarela para dar el paso. Hay muchos que están deseando hacerse ultras pero precisan de un argumento asumible para su propia conciencia y Carlos H. Quero busca dárselo: no son solo los inmigrantes pobres, no es racismo, vamos contra todo capital extranjero que os haga la vida difícil.
Carlos Hernández Quero tiene el discurso más eficiente para su electorado, y seducir el ajeno, en materia de vivienda porque tiene la capacidad de aunar aquello que considera más adecuado del discurso de la izquierda y lo trufa con su retórica racista de los españoles primero. El chovinismo del Estado del bienestar que caracteriza la política de Renacimiento Nacional en Francia y con el que siempre ha coqueteado pero nunca ha sabido hacer ni encontró cuadros para llevarlo a cabo. Tiene la fortaleza de armar de manera potente un discurso realista en materia de vivienda con apelaciones a la nostalgia y a las "estructuras de sentimiento" que teorizó Raymond Williams y que expresa la importancia de los vínculos sentimentales que creamos en nuestra infancia en nuestro entorno y que generan nuestra identidad. En los barrios de la periferia se ha simbolizado la pérdida de ese barrio popular asociada a la gentrifricación y la expulsión de los vecinos de sus viviendas con el Madrid de los toldos verdes. Esta es una idea que la izquierda ha usado y generado y que incluí en "Los Rotos" para hablar del sentimiento de identidad barrial como instrumento de movilización que la extrema derecha ha cooptado para hacerlo suyo y unirlo a su estrategia racista contra la inmigración.
La vuelta a la España de los toldos verdes es un concepto que el historiador ultra utilizó y con el que consigue enraizar y ejemplificar de manera simbólica el sentimiento de pérdida y de orgullo de barrio que muchas personas de las clases populares del sur sienten independientemente de su ideología. El discurso de Carlos H. Quero tiene la capacidad para morder en el electorado del votante sociológico del PSOE en las clases bajas del cinturón rojo de Madrid y que es exportable al resto de España con su apelación a las ciudades cabeza de provincia, una población que también ha sido migrante interna, envejecida, que ha votado siempre al PSOE, que tiene una pulsión latente machista y racista y que está abierta a mover el voto para recuperar ese barrio en el que fueron felices y que por cuestiones biológicas e históricas ha cambiado y al que no terminan de adaptarse.
No se puede buscar coherencia en la integridad de la extrema derecha porque es incompatible aunar en una estrategia común el discurso de Carlos Hernández Quero con alianzas internacionales como las que mantiene con Javier Milei y Donald Trump, pero la coherencia nunca fue patrimonio del fascismo porque su única línea política es la acción y usa compartimentos estancos en su dinámica discursiva para decir aquello que cree que le puede servir para lograr el poder sin importar que sea contradictorio el discurso para los barrios del sur de Madrid con las alianzas geopolíticas. En Vox son conscientes de que la política no se analiza en esos términos y que la gente a la hora de decidir el voto se basa en microdecisiones y en emociones, que son a las que apela. Quien se siente interpelado con el discurso nostálgico de la periferia y los toldos verdes no piensa en que se reúnen en actos con Javier Milei que en sus políticas repudia a los más desfavorecidos. Analizar esas incoherencias no sirve para nada.
El problema de Vox es que aúna perfiles potentes, formados, coherentes y creíbles para el cometido encomendado, como el de Carlos Hernández Quero, con líderes en Madrid como Isabel Pérez Moñino que es todo lo contrario, una pija, burguesa, de clase media alta que vive alejada de esos barrios populares y que confronta de manera directa con el proceder y el discurso del que es ahora portavoz adjunto e el Congreso y punta de lanza de la estrategia de confrontación con Isabel Díaz Ayuso. La extrema derecha española todavía tiene mucho camino por delante para tener la capacidad de romper la política de bloques y ser una alternativa al Partido Popular en el bloque de la derecha, pero con discursos y perfiles como el de Carlos Hernández Quero el peligro está más cerca. Avisados quedan.
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