El patetismo y la locura por una posición perdida pueden contarse con mucha clase y talento hasta convertirlos en una obra de arte o de una forma en la que la la admiración pase a producir vergüenza ajena y carcajada ante el descenso a las cloacas.

Ver a Gloria Swanson bajando las escaleras del palacio creyendo que su detención es una escena más de sus películas es una manera placentera y bella de ver un ocaso personal. El final con el efecto desenfocado de Norma Desmond dirigiéndose a la cámara difuminando la imagen de quien jamás será lo que fue apela al mismo Stendhal en un clímax que es historia del cine. Un descenso con estilo al ostracismo profesional que permite empatizar y sentir compasión por la que lo sufre. Hay otra forma más mundana y grotesca, la que han elegido mostrar nuestros propagandistas de saldillo para animar el confinamiento ajeno.

Charles Bukowski decía que no se ha vivido hasta pasar la noche en una pensión de mala muerte; en un lugar donde los ronquidos carrasposos, infrahumanos y resollantes hicieran reventar la cabeza, donde los olores de calcetines sucios y calzoncillos de orines y excrementos empaparan el aire haciéndolo cercano al de los cubos de basura destapados de un día canicular. El descenso al inframundo que hemos visto en una serie de periodistas ultras estos días solo hubiera mejorado con un escenario televisivo recreado por Todd Solondz y guionizado por Bukowski.

El espectáculo de decrepitud televisada de la esperanza blanca de la extrema derecha ha sido explícito. Tanto como recordar la repulsión que provoca el personaje de filias pedófilas representado por Philip Seymour Hoffman en Happiness sentado en un sofá con la bata abierta, la camiseta vieja de tirantes y esa barba incipiente manchada de ganchitos y cerveza barata. Solondz hubiera firmado con maestría la trama de personajes de doble cara que muestran una ejemplar, bien vestida y cívica en público, y una perversidad decadente y putrefacta en el backstage.

La mirada de clase permite identificar y disfrutar del patetismo de los pijos wannabe. Aspirantes a nuevos ricos que quieren pertenecer a una clase con la que comparten espacios de socialización pero que les desprecia de forma constante por sus aspiraciones vitales. Resulta turbador observar los niveles bufonescos a los que el fascioyoutuber está dispuesto a llegar para poder lograr un nivel de vida que le rodea pero que no le acaba de tocar. Vivir en una familia de políticos de derechas marbellíes y asistir a galas de Starlite te puede clavar una espina de ambición en el hipotálamo. Una herida que te nuble el discernimiento hasta convertirte en una caricatura pija que duerme en un obra de realismo sucio.

Resulta conmovedor que la apuesta mediática de la extrema derecha para propagandista de cabecera haya salido más rana que los memes fachas de Pepe. El late show que aspiraba a tumbar a un gobierno ha degenerado de manera fulminante en un esperpento que sirve para mofa y escarnio de una pléyade patria que va del antifascismo al salseo más banal. Tiene que ser humillante sentirse Woodward y no llegar más que a protagonizar la versión facha de la parada de los monstruos.