Las matemáticas son las que son y pelearse con ellas siempre genera frustración. Esto servirá para la izquierda en el próximo ciclo, pero ese es otro tema ahora. La única manera que hubo después de las elecciones del 23 de julio de 2023 de que se produjese la continuación del Gobierno de coalición era con la participación de Junts. Es lo que se eligió en las urnas y poco más se podía hacer si se lograba la investidura. Pero a veces, lo realista no siempre es lo conveniente y si se da el paso al menos es preceptivo hacer los análisis ajustados a esa realidad. Junts siempre fue ultra y es tóxico tenerlos cerca.

Junts está en una deriva que cada vez lo aproxima más a Aliança Catalana. Cierto que es algo que no se podía saber en el momento en el que se realizó la investidura, pero Junts siempre ha sido lo que ha sido, ultras y xenófobos, y el autoengaño de mucha parte de la izquierda promovida por el incomprensible blanqueamiento de la izquierda catalana por su alianza en el procés generó una impresión progresista del partido de Carles Puigdemont que a unos pocos resistentes siempre nos pareció escandalosa. El Junts auténtico es este que habla como Vox pero en catalán, el Junts auténtico siempre se ha parecido más a Aliança Catalana que a ERC. Algún día los compañeros de los Comuns, ERC y la CUP tendrían que pedir perdón por hacernos pasar a los que decían que la cabeza de un israelí vale lo que la de diez palestinos que los de Junts eran más de izquierdas que la izquierda española. Seremos benevolentes y aceptaremos el perdón sin rencor porque siempre nos debemos fraternidad.

Que Puigdemont y Junts nunca serían de fiar para un Gobierno de coalición progresista era algo evidente que ya advertimos en su momento y que solo con voluntarismo y mucha propaganda en algún momento se pudo transformar la percepción llegando a afirmar cosas como que "somos más" o hablando de "mayoría progresista" en el Congreso. A Junts solo le ha importado conseguir la amnistía para Carles Puigdemont y como la insumisión legislativa del Tribunal Supremo lo ha parado ha dejado de estar interesado en dar apoyo a un Gobierno con el que ideológicamente solo comparte el rechazo a Vox por interés de supervivencia. Un rechazo momentáneo. Porque Vox y Junts acabarán votando que sí juntos a un proyecto de mayoría conservadora. Lo harán sin mirarse a la cara, pero lo harán.

Junts solo necesita que Vox deje de ser una amenaza para el independentismo, que guarde en el cajón esa agenda, y tejer una alianza contra la inmigración para que sus intereses confluyan. No sería la primera vez que un enemigo común urgente una los caminos de los que eran enemigos acérrimos hace poco. Si Carles Puigdemont pudo pactar con quien le aplicó el 155 puede hacerlo con quien propuso ilegalizarle. Basta para ello con que los ultras españoles miren para otro lado dejando pasar a los ultras catalanes para unir los brazos en esa hora del cambio. El próximo lunes Junts consultará a la militancia si rompe con el PSOE. No se rompe lo que nace roto. Un partido que no ha dado aire al Gobierno posibilitando la aprobación de un presupuesto no puede afirmar que ahora va a romper como si ya no lo hubiera hecho. La actitud de Junts siempre ha sido desleal y próxima a los intereses de la agenda reaccionaria incluso afrontando el debate de la inmigración desde los marcos de los posicionamientos ultras haciendo que el PSOE acepte unos postulados que abonan el camino de la extrema derecha.

El mayor daño que el gobierno de coalición está sufriendo y ha sufrido viene de las concesiones a Junts. No hay nada que pueda ser mejor para la salud ideológica de la izquierda y la construcción de una alternativa fiable y convincente de cara al próximo ciclo que desunir los caminos con quienes están compitiendo con nazis con estelada. Tragar con una ultraderechista y xenófoba como Miriam Nogueras dando lecciones a la izquierda española es algo que muchos tenemos atragantado desde hace años mientras clamamos en el desierto. Mucho mejor sin poder y lejos de la escoria xenófoba que plegarse para gobernar. Lo dijimos y lo seguimos diciendo.